Ghosteen, el trabajo de Nick Cave sobre la trágica muerte de su hijo adolescente, es una obra de insólita belleza, una obra tan personal como universal, que incluye continuas referencias a la fe
Se puede tener una juventud “salvaje” y luego tener la juventud de Nick Cave, que fue más allá de cualquier límite. El australiano sobrepasó muchas líneas rojas, consumió todo tipo de drogas, militó en la anarquía vital y emocional y de todo ello se sirvió para producir su música.
En aquellos comienzos su sonido y sus letras eran un tanto oscuras y llenas de una rabia que posiblemente procediera de la muerte prematura de su padre quien falleció en un accidente automovilístico.
Cave tenía 19 años. Supo de la muerte de su padre cuando su madre acudió a comisaría a pagar la fianza para que el joven Nick pudiera salir en libertad por haber cometido un robo.
Como consecuencia de aquello, o quizá por voluntad propia, se alejó de la fe que sus padres le habían inculcado en la infancia, pero nunca nada arrancó definitivamente de él las raíces profundas de esa misma fe que arraigaron durante sus años en el coro infantil de la catedral de Wangaratta.

En su música, desde muy temprano, hay continuas referencias a los textos sagrados, a Cristo, a la Virgen María, a relatos del Antiguo Testamento…
Mientras se consagraba en el punk-rock se precipitaba en una espiral de heroína y alcohol que duró casi 20 años. Tras recuperarse, su música se volvió más melancólica e introspectiva. Encontró la estabilidad familiar con su esposa Susie con la que tuvo gemelos, Arhur y Earl, y se estableció en Brighton.
Allí sucedió la tragedia: la incomprensible muerte de uno de sus hijos, de apenas 15 años. El joven Arthur se precipitó por un barranco de su Brighton natal como consecuencia de haber consumido algún tipo de alucinógeno. Desde 2017 la familia vive en Los Ángeles porque, en palabras de Cave, “era demasiado duro vivir allí”.
Ghosteen, palabra que mezcla “ghost” (espíritu) y “teen” (adolescente) es la catársis de Nick Cave tras la muerte de Arthur. El disco se articula en dos partes, según explica Cave: “Las canciones del primer álbum son “los niños”. Las canciones del segundo, son “los padres”. Ghosteen es un espíritu en movimiento”.
Nadie esperaba un nuevo trabajo de Cave ni mucho menos uno así. Fue anunciado por sorpresa por el cantante unos días antes de que fuera hecho público.
Ghosteen es una meditación, un adiós del artista a su hijo muerto. La música y las letras de la obra resultan curativas para este padre que percibe con mayor nitidez que nunca la trascendencia, la mano de un Dios que también perdió a un hijo y un amor que no termina con la muerte. La oscuridad de la pérdida es traspasada por tímidos rayos de luz y fe que consiguen hacer de Ghosteen, a medida que avanzan los minutos, una obra luminosa.
En el disco se pueden escuchar frases como “peace will come in time, a time will come for us” (la paz llegará a tiempo, el momento nos llegará); “just want to stay in the business of making you happy well/ I’m just waiting for you” (solo quiero dedicarme a hacerte feliz / te estoy esperando); o “sometimes a little bit of faith can go a long long way” (a veces un poco de fe puede llevarte lejos).

Hay quien dice que hay que ser muy fuerte para poder escuchar este disco porque puede desarmarte. Pero lo cierto es que, después de las lágrimas, Ghosteen se percibe como una caricia porque cualquiera que haya perdido a un ser querido conoce esa sensación de vacío pero, al mismo tiempo, esa certeza de sentirse más acompañado que nunca.
Se puso a disposición gratuita en Youtube junto con un hermoso vídeo que contiene todas las letras del disco en inglés y una explicación sobre cada parte de este trabajo tan personal como universal, tan humano como divino y tan doloroso como consolador. Sin duda, el mejor disco del año y, probablemente, de muchos años más.
Eso sí, Ghosteen se tarda en digerir. Se recomienda escucharlo varias veces y casi en silencio orante.