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En nuestro trabajo, ¿descartamos a los débiles?

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Dolors Massot - publicado el 23/12/19

Evalúa cómo es tu actitud respecto a los demás en el trabajo

En el trabajo, todos tenemos intención de ser comprensivos y tolerantes. Si nos preguntan si somos solidarios, respondemos que sí.

La solidaridad es vital para que nuestra sociedad funcione allá donde la justicia no llega. Añade comprensión, empatía, amor y eso da la medida de cuánto podemos contribuir a hacer un mundo más humano.

Sin embargo, la “cultura del descarte” se cuela enseguida en nuestro comportamiento, también en el entorno laboral.  ¿Sabes detectarla y frenarla? Hazte estas preguntas.

En el entorno laboral

  • ¿Admitimos que las personas pueden estar enfermas?
  • ¿Nos quejamos de que un compañero o compañero esté de baja?
  • ¿Descartamos a quien ha sufrido en el pasado o actualmente una depresión porque consideramos que ya no podemos confiar plenamente en esa persona?
BUSINESS MEETING
By ASDF_MEDIA | Shutterstock
Hemos creado una imagen ideal del trabajo en el que nadie enferma nunca, pero eso es falso.
  • ¿Acepto que puede haber embarazos difíciles, que exigen reposo?
  • ¿Confío más en las personas que no tienen responsabilidades familiares porque creo que esas son las que pueden entregarse cien por cien al trabajo?
  • ¿Aparto a los que van cumpliendo años?

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Comentarios injustos sobre las mujeres que son madres

  • ¿Creo que las mujeres al ser madres no van a trabajar con la misma intensidad y eso hace que las aparte de un equipo o una tarea?

Todas ellas son preguntas que nos invitan a modificar nuestra percepción y nuestro juicio sobre el entorno laboral y sobre nosotros mismos.

  • ¿Cómo valoro a las personas que trabajan conmigo?
  • ¿Las valoro por su producción únicamente?
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PIXABAY
Mujer, madre o embarazada no deberían ser términos despectivos para ejercer la profesión.

En la conversación se nota el “descarte”

En las palabras que empleamos puede notarse ya el “descarte”. Por ejemplo, en el uso del “pero”:

  • “Esta mujer es muy inteligente, pero quiere tener hijos”
  • “Tiene un buen currículum pero tiene familia numerosa”
  • “Es muy válido pero tiene un hijo enfermo”
  • “Se le conoce una buena trayectoria profesional pero tuvo depresión”

Como si fueran taras, en vez de considerar que esas situaciones hacen mejores a las personas que tienen que lidiar con ellas.

Cuando hablamos de las “cargas” familiares

Se nota el “descarte” cuando al hablar de unos padres ancianos a los que hay que atender nos referimos a ellos como “cargas”. ¿Unos padres ancianos o enfermos son una carga??? Si valoramos todo lo que les debemos, comenzando por la vida, es injusto pensar así.

En el trabajo, debería ser normal que entre los colegas se pudiera hablar de cómo conciliamos la vida familiar con la laboral, y eso incluye las necesidades que tienen los padres ancianos, los bebés, los cónyuges que enferman…

No es humano que haya entornos laborales en los que uno teme que si conocen su expediente médico pueda ser despedido o infravalorado.

Valorar solo por el rendimiento económico

Hay valoraciones utilitaristas, que solo piensan en la persona por lo que rinde. Con los años, tal vez un hombre mayor ya no rinde como rendía en el trabajo, un enfermo crónico debe pasar controles y estar en tratamiento; y todos gastan en médicos, atención, cuidados. Todo eso es cierto pero no es la realidad completa.

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La edad es un factor de descarte cuando no valoramos a la persona en todas sus dimensiones.

Olvidamos que el aspecto económico es solo una parte del análisis. Es una circunstancia. El valor de la persona está por encima de sus circunstancias y da igual que hablemos de un enfermo, sano, bebé o anciano.

Conductas egoístas

Hay valoraciones egoístas. La del colega que solo piensa en el triunfo del equipo, de la empresa o de él en solitario, siempre en beneficio propio. Visto así, un miembro del equipo que sufre un accidente o una enfermedad, se convierte en un lastre. Y eso se verbaliza en expresiones aparentemente “educadas” como: “lástima que fulano estuviera de baja unas semanas, nos hemos quedado sin el bonus“.

Verlo desde otra perspectiva: como un equipo de fútbol

Atribuimos nuestras pérdidas a las personas que no siguen el ritmo en vez de haber gestionado ese cambio de situación. Además, olvidamos que una persona mayor puede aportar más experiencia y sabiduría. Y que un enfermo en un equipo puede suponer un acicate para que los demás arrimen más el hombro, como hacen los equipos de fútbol cuando falta un jugador.

El verdadero líder, el trabajador auténtico, el colega cien por cien, es el que no descarta. De la necesidad hace virtud. Ve cada dificultad como un reto y lucha por superarlo.

Más flexibilidad

Si hablamos de inclusión, valoraremos a cada cual con su aportación: una persona sorda, un enfermo crónico… Pero haremos esto posible si no planteamos la salud en términos absolutos y somos más flexibles al aceptar que no somos robots a pleno rendimiento los 365 días del año.

Ser más flexibles no es ser blando o poco productivo para la empresa. Es ser más realista y más humano. Y no hay nada que produzca más compromiso por parte de los trabajadores que encontrarse en un entorno laboral humanizado, que valora a las personas.

Esto aplica tanto a un pequeño negocio de dos personas como a una multinacional. Y no es una lección que deben aplicarse solo los gobernantes, los presidentes y directores. Es un estilo de vida que corresponde a todos y cada uno de nosotros, sea cual sea nuestro trabajo.


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