Julio Sosa Pietri es un reconocido cineasta venezolano, guionista y director, quien ejerció como presidente del Fondo de Fomento Cinematográfico (FONCINE).
El organismo respaldaba proyectos cinematográficos, seleccionaba películas que iban a los festivales internacionales a representar a Venezuela, como los Oscar y los Goya. Actualmente, las actividades del organismo están paralizadas debido al desbarajuste económico que agobia al país, concretamente desde el 2016.
Sosa Pietri comentó para los lectores de Aleteia, aficionados al cine y seguidores del desarrollo del séptimo arte y su siempre variada producción, las incidencias del cine venezolano en tiempos de crisis.
A muchos podría parecer ocioso hablar del tema cuando tantos problemas azotan al venezolano. Pero no hay que olvidar que el arte, en sus más diversas manifestaciones, prolifera en medio de la necesidad pues deja actuar a la creatividad, esa especie de antídoto contra la crudeza de la realidad.
El espíritu, siempre libre, hace que en Venezuela abunde la producción literaria además de otras manifestaciones del arte que el ingenio irredento se las arregla para hacer brillar. El cine, aunque mermado, persiste en dar la batalla, si no en Venezuela, sí fuera de sus fronteras, con el talento venezolano que sigue intacto.
En 2014 hubo un boom con unas 30 producciones. Nos preguntamos si tiene sentido hablar de cine en Venezuela y fue tajante: “Siempre tiene sentido hablar de cine. Pero en este momento la situación es crítica, no obstante, hay unas nueve películas que están en proceso de post producción. Es una lástima la caída de la producción pues se estaban haciendo cosas interesantes”.
Del boom a la caída
Sosa no sólo se refiere a la temática sino al nivel cualitativo y precisa: “El gran boom del cine venezolano fue en la década de los sesenta y setenta, sobre todo en los ochenta. Era un cine que estaba muy volcado hacia la realidad más empobrecida del país”.
En ese sentido fue un aldabonazo y muy interesante porque la televisión no llegaba allí. Las telenovelas, también exitosas, presentaban un mundo ficticio. El cine entró en esa realidad marginal y eso creó una conexión muy fuerte con el público y por ello las películas venezolanas eran muy exitosas.
“Los reconocimientos internacionales han sido reveladores –sostiene-. Premios como el que se llevó ‘Pelo Malo’ en La Concha, San Sebastián; el premio de Lorenzo Vigas que ganó el León de Oro de Venecia. Obviamente, los Oscar son los más publicitados y al que todos aspiran en el mapa cinematográfico. Aún no tenemos uno en Venezuela”.
En la actualidad, se producen muchas películas hechas por venezolanos, aprovechando los bajos costos en el país, pero no se presentan ni se exhiben en Caracas sino que van primero al exterior, a países como Colombia, por ejemplo. Sosa explica: “En la industria audiovisual éramos vanguardia en el área del Caribe. Nosotros enseñamos a los colombianos a hacer telenovelas, pero ellos aprendieron muy rápido y, lamentablemente, aquí hicimos al revés en estos años, echamos abajo toda la industria del ramo.”
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