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Doctor Sueño, una secuela imposible

DOCTOR SLEEP

Warner Bros

Ramón Monedero - publicado el 24/11/19

Quería ser la continuación de El resplandor, un clásico del cine de terror obra de Staney Kubrick, un hombre ateo que no creía en fantasmas pero que le habría gustado contemplarlos en algún momento de su vida

Stanley Kubrick, director de El resplandor (1980) y un ateo convencido, dijo una vez que le gustaría creer en los fantasmas, porque eso significaría que hay algo más después de la muerte.

Kubrick hizo una película de fantasmas sin creer en ellos y probablemente por esta razón convirtió la novela de Stephen King en un problema mental de su protagonista, Jack Torrance (Jack Nicholson).

Es verdad que las cosas ocurrían en un hotel con mala sabia. Allí pasaban cosas raras y Kubrick así lo retrató a través de los ojos de Danny (Danny Lloyd) un niño con la capacidad de el resplandor, un sexto sentido que le permitía ver a los muertos.

Sin embargo, al final de El resplandor, como en casi todas las películas de Stanley Kubrick el mensaje no quedaba del todo claro. Fantasmas y alucinaciones convivían en un relato de terror que dejaba clavado en la butaca a todo el que se aventuraba a verlo.

Por si fuera poco, su célebre plano final no terminaba de aclarar las cosas. ¿Era una película de fantasmas, todo sucedía en la mente de Jack Torrance o todo sucedía bajo los designios del hotel Overlook, un lugar sobrenatural que parecía concebido para atraer el mal?

Una de las virtudes que siempre han diferenciado a Stanley Kubrick de la gran mayoría de directores de su generación es que él siempre prefería inclinarse por la ambigüedad. Es decir, le resultaba mucho más interesante dejar pistas a lo largo del metraje para que el público jugara con ellas, aunque él tuviera muy claro que es lo que pretendía.

Es por todo esto que hacer una secuela de El resplandor era en sí misma una idea problemática. Es cierto que la sola ocurrencia de prolongar la película de Kubrick despertaría un inusitado interés, pero no es menos cierto que ponerse al lado del director de 2001 y dejarse comparar con él era como poco, una propuesta peligrosa.

Es verdad también que para hacer frente a semejante proyecto eligieron al que probablemente sea actualmente el director más capacitado para hacerlo, Mike Flanagan. El realizador norteamericano ha dirigido películas de terror tan interesantes como Absentia, Oculus, Somnia, Ouija. El origen del mal o la serie de Netflix La maldición de Hill House.

Es evidente que Flanagan es un cineasta con actitudes y pese a todo, con una visión optimista y esperanzadora de la vida y de lo que viene después. Sin embargo, también es evidente que Flanagan estaba muy lejos de Kubrick.

Puede que se deba a todo esto que el director de Doctor sueño no se posicione ni a favor ni en contra de la visión que Kubrick ofreció en el El resplandor. Sobre todo, y esto es importante, porque Doctor sueño no es, en esencia, una secuela de la película de Kubrick, aunque se aproveche de su iconografía.

Doctor sueño es una adaptación de la secuela del libro de Stephen King “El resplandor” y no de la película de Kubrick. Esto, además, es esencial saberlo sobre todo cuando al escritor de Maine nunca le gustó a adaptación que Kubrick hizo de su libro.

Como se puede apreciar, todo esto puede llegar a resultar un poco esquizofrénico. Y no es de extrañar, estaban tratando de alargar una idea de Kubrick. Era mal asunto desde el principio. Y aunque Flanagan es un director con aptitudes, es evidente que la materia prima y el esqueleto del proyecto no ofrecían todas las garantías.

Sin duda Flanagan hizo lo que pudo porque pese a sus cuantiosos defectos, Doctor sueño es una película con momentos que el fan de Flanagan puede identificar sin demasiados problemas, pero esto no quita que sea una propuesta innecesariamente larga, confusa y en definitiva mediocre.

La expectación que haya podido generar Doctor sueño sin duda se ha evaporado en cuestión de horas, porque la película de Flanagan no va a pasar a los anales de la historia del cine de terror.

Es más, es muy probable que no pase de nota a pie de página cuando las futuras generaciones continúen viendo El resplandor porque esta sí, es la película que vale. La de un ateo al que le habría gustado creer en Dios. 

Tags:
cine
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