El Consejo Nacional de Laicos de Venezuela plantea entre sus desafíos impulsar “una transición a la democracia”, con “elecciones supervisadas”, pero descartando “sentimientos de odio y venganza”
El laicado conforma la base estructural más amplia de la iglesia a nivel mundial. En Venezuela, cumple infinidad de compromisos de fe y protagoniza acciones de caridad como en el caso de las ollas solidarias destinadas a mitigar el hambre de los más necesitados. En las casas y centros de acogida el laicado trabaja sin esperar nada a cambio. Les brindan cobijo a niños, jóvenes y adultos en situación de calle y atienden enfermos. Pero también dirigen universidades y colegios, y hasta participan de la vida política.
Es muy amplio el espectro en que se desenvuelven los creyentes católicos en el país suramericano. Por eso, desde el 1 de noviembre, el Consejo Nacional de Laicos de Venezuela (CNL), se reunió en asamblea, bajo el lema: “Desafíos del cristiano en tiempos de cambio”. María Elena Febres-Cordero, presidenta del CNL dijo a Aleteia, que en la asamblea no sólo dedicarían un espacio para conocer testimonios de cómo llevan los laicos la santidad en el mundo de hoy. También tratarían tópicos de la realidad venezolana con expertos en los campos económicos, sociales, educativos, ambientales y culturales.
“Es decir, nos colocamos en espacios de trabajo con los delegados para el plan de acción que desarrolla el CNL como respuesta, y a la lectura de los tiempos”, aseguró la investigadora y profesora universitaria. En efecto, la asamblea que fue muy rica en su contenido, tras su culminación el 3 de noviembre, dio a conocer las conclusiones.
Mensaje al pueblo venezolano
En su “Mensaje al pueblo de Venezuela” fijó posición “en medio de esta crisis continuada y agravada” que se vive en el país, donde “hoy nos ofrece dos vías inaceptables: vivir oprimidos en emergencia humanitaria compleja, condenados a padecimientos de hambre y enfermedad o tomar camino hacia otros países por fronteras de tierra, mar y aire”.
Alertaron que “el éxodo cercano a los 5 millones no se va a detener, hasta tanto no se produzca el cambio político que la nación entera está clamando”. Además, el CNL cuestionó el “gravísimo deterioro en la prestación de servicios públicos básicos de salud y educación, de electricidad y agua potable, de transporte y comunicaciones, que atenta contra la dignidad, la integridad y el desarrollo de nuestro pueblo”.
Descartar sentimientos de odio y venganza
Alertaron que este deterioro “está ocasionando pérdidas incalculables de vida y recursos, producto de la ineficiencia del Estado y graves y sistemáticas violaciones a los derechos humanos fundamentales, entre los cuales sobresale el derecho a la vida”.
En lo económico, el país registra récord mundial de una hiperinflación constante durante más de cuatro años, que actúa como mecanismo exponencial del hambre del pueblo y el robo de un salario digno acorde con su esfuerzo, dedicación y preparación. “Las personas que durante toda su vida trabajaron para contar con una pensión o jubilación digna, hoy mueren de mengua con una mensualidad que gira en torno a los cinco dólares”.
Consideran que “esta catástrofe no tiene otra salida que un cambio urgente del régimen que inicie una transición a la democracia”. Así, se comprometen a unirse “a todas las personas de buena voluntad que trabajan por dicho cambio por vías pacíficas y constitucionales”.
Destacaron que urge promover y apoyar toda iniciativa de reconciliación y pacificación del país. “Trabajar con una mirada de amor y de la misericordia que acoge en el perdón, para descartar sentimientos de odio y venganza que sólo traerían más dolor y violencia”, indica el Consejo Nacional de Laicos de Venezuela. “La justicia imparcial deberá hacer su trabajo con aquellos que tienen delitos graves cometidos y que seguramente responderán ante los tribunales nacionales y también los internacionales”, exigen los seglares venezolanos.
Así también exigen la restitución del derecho a la libertad de expresión y opinión que permite el sano debate de ideas y el contraste de diversas visiones indispensables en un país democrático como el que anhelamos construir.
“Queremos un país libre, justo y solidario que con el apoyo de la comunidad internacional y de organismos especializados nuestras fuerzas políticas avancen en la generación y puesta en ejecución de soluciones que permitan superar la crisis, detener el deterioro que nos está llevando a la desintegración de la familia y a la destrucción y muerte de personas”, dicen.
Elecciones libres y supervisadas
“Reclamamos el derecho de dirimir nuestras diferencias por medio del ejercicio de nuestra soberanía ciudadana, a través de procesos electorales en condiciones de igualdad, transparencia e imparcialidad, en arreglo a nuestra legislación y con la necesaria supervisión de organismos internacionales como la ONU, la OEA y la Unión Europea”.
Desde la asamblea se comprometieron a que el “laicado venezolano dónde quiera que se encuentre, cumpliendo su misión, seguirá salvando vidas, ayudando enfermos y necesitados; y, trabajando por la paz, la reconciliación y la justicia”. Porque en este “momento de oscuridad en el que a muchas personas les parece que todo está perdido, nos corresponde ser luz, cultivar la esperanza activa que implica confianza en Dios, y ratificar nuestro compromiso personal y comunitario con Venezuela”.
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