No todas las familias disponen de recursos para invertir en extraescolares. ¿Conviene entonces dejar tantas horas libres a los niños si no se les podrá formar?
La jornada contínua en los colegios (públicos y privados) está provocando en varios países una polémica en torno a la desigualdad social.
El hecho de que los niños estén ya en casa al mediodía ha provocado que muchos padres busquen alternativas a esas horas que antes el menor pasaba en la escuela.
Después del nuevo horario condensado, los alumnos regresan a casa pero a continuación se producen varias posibilidades:
Por una parte, hay familias con capacidad para apuntar a sus hijos a actividades extraescolares con profesionales especializados en la materia: idiomas, música, informática, deportes…
Por otra, las familias con menos recursos no pueden pagar una formación extraordinaria para sus pequeños.
¿No sería mejor seguir con el horario partido?
La pregunta que surge entonces es: ¿no habría sido mejor seguir con un horario partido que se prolonga hasta las 5 de la tarde y favorece el aprendizaje en igualdad de condiciones para todos los niños?
Ante la imposibilidad de matricular a sus hijos en academias, asociaciones o clubs que suponen un gasto extra, se ven “obligados” a quedarse con la oferta que proponen -en el caso de la enseñanza pública- los colegios y que consiste básicamente en “rellenar” las horas de la tarde con monitores que no cuentan con formación específica.
Serían el sustituto de una canguro o babysitter como remedio para padres que no pueden hacerse cargo de los hijos a esas horas porque todavía trabajan.
La mayoría de los padres, sobre todo en países como España donde él y ella trabajan, necesitan que sus hijos tengan un horario cubierto hasta las 5 de la tarde.
Según la socióloga Elena Sintes, “todo se ha acelerado con la implantación de la jornada contínua en los colegios públicos; cada vez más niños terminan las clases a mitad del día y la tarde queda a expensas de las posibilidades económicas de la familia”.
Así, mientras hay niños que por las tardes combinan inglés con informática y fútbol, otros se quedan atendidos en el cole con un vigilante que procura que no se hagan daño y poco más. El presupuesto de los centros educativos tampoco les ayuda.
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