Obispo Camisasca en Italia muestra cómo se organiza para confiarles ciertas tareas para aquellas comunidades donde faltan curas: “Pero no se sientan pequeños sacerdotes”¿Cómo salvar las parroquias y las pequeñas iglesias de montaña, si continuan disminuyendo los sacerdotes? La idea, de alguna manera revolucionaria en Italia, parte de un lugar inesperado: el púlpito de la basílica de Ghiara, en Reggio Emilia, el día de la apertura del año pastoral. Y la pronuncia el obispo Massimo Camisasca.

Diáconos, lectores, ministros extraordinarios
“Allá donde es posible -propone Camisasca- cada pequeña comunidad reunida alrededor de una iglesia que no puede ser servida por la presencia estable de un presbítero, puede encontrar en un hombre o mujer laicos, en una persona consagrada o en un diácono permanente, o en lectores, acólitos o ministros extraordinarios de la Comunión, un punto de referencia estable para el cuidado de esa comunidad”.
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No “pequeños sacerdotes”
El obispo precisa inmediatamente: “No quiero de ninguna manera favorecer el nacimiento de conflictos de poder, sino al contrario, encontrar vías para una gran comunión. Estos laicos o diáconos no deben de ninguna manera volverse o concebirse como ‘pequeños sacerdotes’.
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Los organismos diocesanos
¿Qué tareas podrán llevar a cabo? También aquí, Camisasca tiene las ideas claras: “El cuidado de la iglesia parroquial y los lugares vinculados a la misma, la guía de los momentos de oración entre semana, la recopilación de preguntas, propuestas, observaciones que llevar a los presbíteros, la coordinación de la catequesis o la actividad del oratorio, ahí donde hubiera…“.
Todo coordinado por las organizaciones diocesanas. Y serán siempre estas últimas quienes “precisen la modalidad de designación.
Se necesitarán ciertamente cursos de “formación esencial”, en nuestra escuela diocesana de teología, para recibir del obispo el encargo que tendrá una duración de plazo renovable”. (Il Resto del Carlino, 9 septiembre).
Nadie podrá postularse, solo ofrecer su disponibilidad. El obispo, frente a una crisis vocacional, reafirmó el valor del celibato del clero, “el camino a una vida de entrega total”. (Gazzetta di Reggio 9 septiembre).
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