La Iglesia católica lamentó lo sucedido con Jhony Ramos Gómez, cuya muerte generó indignación y consternación en la comunidadEl presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Oscar Urbina Ortega, lamentó el asesinato del sacerdote Jhony Ramos Gómez, de 54 años y párroco de Jesús de la Misericordia, en la ciudad de Villavicencio, en el oriente de Colombia.
En su comunicado, monseñor Urbina, quien también es arzobispo de Villavicencio, elevó oraciones al Señor para que el presbítero sea acogido en la casa del Padre, pidió por la conversión de los asesinos y rechazó cualquier forma de violencia contra la dignidad y la vida. “Enviamos nuestras condolencias a su familia y su comunidad parroquial para que el Señor les dé consuelo y fortaleza”, añadió la comunicación oficial del Episcopado colombiano.
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— Conferencia Episcopal de Colombia (@episcopadocol) October 2, 2019
El padre Ramos fue encontrado muerto este miércoles en la mañana por una asistente encargada de los oficios domésticos en la parroquia. La noticia causó conmoción entre la comunidad católica de Villavicencio, especialmente del barrio Los Comuneros, donde el sacerdote adelantaba su labor pastoral desde hacía cuatro meses.
De inmediato, la Policía inició las investigaciones e informó que, según testimonios recopilados, una de las hipótesis podría ser el robo. En declaraciones a medios locales, el coronel Luis Quintero, comandante de la Policía Metropolitana de Villavicencio, confirmó que “En la mañana del miércoles recibimos una llamada en la que se nos informó que el sacerdote fue encontrado en la casa cural, muerto y atado de manos y pies”. El oficial también reveló que el sacerdote “fue asfixiado y golpeado en la cabeza con un elemento contundente”.
Por su parte, varios feligreses que en la noche del martes lo vieron con vida, dijeron que el sacerdote estaba realizando una rifa de un automóvil con el fin de obtener recursos para la parroquia y no descartaron que los asesinos hayan cometido el crimen para apoderarse del dinero que el padre Ramos Gómez recolectaba entre las personas que vendían boletas para el sorteo.
Los vecinos anotaron que el día anterior el párroco atendió sus obligaciones normalmente y que no tenían informaciones sobre amenazas en su contra.
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