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‘Ad Astra’: en el espacio sólo nos tenemos a nosotros

AD ASTRA

20th Century Fox

José Ángel Barrueco - publicado el 02/10/19

Telémaco en busca de Ulises

El cineasta James Gray ha definido su nueva película como la historia de Telémaco en busca de Ulises, es decir, la crónica de un hijo buscando a su padre… pero, en vez de recorrer mares e islas, aquel atraviesa la soledad del espacio, yendo hacia las estrellas en una misión del gobierno que parece ocultar oscuras intenciones.

Ad Astra nos muestra al astronauta Roy McBride (Brad Pitt), uno de esos hombres incapaces de quitarse de encima la sombra de su progenitor, Clifford McBride (Tommy Lee Jones), considerado el mejor navegante espacial de su tiempo, quien hace años partió a bordo de una nave por el sistema solar en una expedición cuyo objetivo era encontrar vida inteligente en otros planetas, certezas de habitantes extraterrestres, pruebas de que no estamos solos en el universo. Pero el Proyecto Lima dejó de enviar señales unos dieciséis años atrás y las autoridades dieron por muertos a sus tripulantes. SpaceCom, la empresa encargada de enviar personas al espacio y establecer bases en lugares como la Luna, informa a McBride de algo asombroso: su padre podría estar vivo en la órbita de Neptuno. Su cometido consiste en llegar a Marte y enviarle un mensaje de audio rogándole que vuelva a la Tierra. Sus superiores creen que sólo su hijo sería capaz de convencerlo. Y así, como un Telémaco/Willard forzado a esquivar piratas, traidores y fallos técnicos, McBride parte en pos de Ulises/Kurtz.

Tenemos que ver Ad Astra desde la óptica de James Gray. Porque a él, si uno comprueba su filmografía (de la que podemos destacar La noche es nuestra, Two Lovers y Z. La ciudad perdida), en realidad no le interesan los géneros ni los envoltorios, sino las relaciones familiares. Que su último filme esté ambientado en el espacio es lo de menos, como eran lo de menos las atmósferas exteriores de sus incursiones en el cine de aventuras o en el policiaco. A Gray lo que le importa es cómo los padres y los hijos y los hermanos se relacionan entre sí, y cómo atraviesan los conflictos y superan las tensiones, y cómo el marco determina esos vínculos de sangre. Pensemos en La noche es nuestra, donde las relaciones entre un tipo que sirve a la mafia y su padre y su hermano (ambos policías) se intoxican porque el primero tendrá que elegir de qué lado está: si de los gángsters y la ilegalidad o de la familia y la ley. Pensemos en Z. La ciudad perdida, donde el aventurero se obstina en encontrar tierra inexplorada, pero al final lo más importante será ese hijo que al principio deja atrás y va creciendo. También eran esenciales las relaciones familiares del protagonista de La otra cara del crimen, un individuo recién salido de prisión que sólo buscaba la estabilidad.

Insisto en lo anterior porque la mayoría de los espectadores, por lo que he podido escuchar, entra al cine a ver Ad Astra creyendo que es un filme 100 % espacial, en el sentido en que lo eran la notable Gravity y la extraordinaria Interstellar. Pero a Gray no le interesan tanto la soledad del espacio exterior ni los pliegues del tiempo como ese peso que simboliza el padre: una herida no cerrada, una relación que era poco satisfactoria, una cuenta que quedó pendiente entre padre e hijo (porque el padre sólo se enfocó en su carrera, dejando de lado a su familia), y que ni siquiera tuvo una despedida porque Cliff McBride se perdió en algún punto del sistema solar. Que, en el camino, Roy tropiece con enemigos y viva algunas aventuras es la concesión de Gray a Hollywood para que le financie el proyecto. De no hacerlo así, Ad Astra habría quedado sólo como una película de autor. No quiero confundirles: es un filme de autor, pero que hace concesiones para convertirse en un blockbuster. Siendo una buena película, aunque no del todo redonda, en manos de Christopher Nolan habría sido, supongo, más espectacular, enrevesada y filosófica.

En esa búsqueda en pos de un padre colérico al que su hijo necesita comprender y perdonar se van introduciendo pequeños guiños a otras obras: en Ad Astra sentimos la presencia de Joseph Conrad y El corazón de las tinieblas, de Stanley Kubrick y 2001. Una odisea del espacio, de Ray Bradbury y sus Crónicas marcianas

Su mayor baza, aparte del notable trabajo de Brad Pitt y de Tommy Lee Jones y de la hermosa música de Max Richter, reside en esa crónica de los afectos perdidos, en esa búsqueda quimérica de un hombre que quiere encontrar otras formas de vida en el espacio porque la humanidad le ha decepcionado, ese hombre que espera encontrar a Dios entre los planetas más lejanos y que aún tiene algo que saldar con su vástago. Ad Astra nos viene a decir que deberíamos pulir nuestros problemas y examinar nuestros sentimientos antes de ponernos a buscar marcianos.

FICHA:

Título original: Ad Astra

País: Estados Unidos

Director: James Gray

Guión: James Gray & Ethan Gross

Música: Max Richter

Género: Drama / Misterio / Ciencia ficción

Duración: 123 min.

Reparto: Brad Pitt, Tommy Lee Jones, Donald Sutherland, Ruth Negga, Liv Tyler, John Finn, Kayla Adams, Bobby Nish, John Ortiz, Kimberly Elise, Loren Dean

Tags:
cine
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