Hombres y mujeres que empuñaron las armas durante varios años y que ahora están reintegrados a la vida civil, diseñaron y confeccionaron vestidos, kimonos, camisetas, blusas y faldas, así como unas botas troperas que fueron mostradas como una gran novedad por el multimillonario y filántropo Howard Buffett.
Las botas las lució Buffett no precisamente en un desfile de modas. Las llevó puestas durante el conversatorio Private Capital as a Mechanism in Sustaining Peace, en el marco de la Cumbre Anual de la Concordia, este lunes en Nueva York. Mientras intercambiaba opiniones sobre el rol del sector privado en la consolidación de la paz con el periodista Joshua Goodman y el presidente de Colombia, Iván Duque, los más de 500 asistentes observaban con curiosidad la combinación de los resistentes zapatos con su elegante traje de paño.
#NuevaYork Agradecemos a Howard Buffett las inversiones que hará en El Catatumbo, entre 150 y 200 millones de dólares, en los próximos 5 años. Estos recursos apoyarán la sustitución de cultivos ilícitos y la construcción de carreteras, centros de salud y colegios. #Concordia19pic.twitter.com/B5Ar44l5gI
— Iván Duque 🇨🇴 (@IvanDuque) September 23, 2019
Contó, entonces, que fueron un obsequio del jefe de Estado colombiano, junto con una mochila, cuando hace algunos meses visitó el país. Ese viaje a Colombia tuvo como fin conocer de primera mano los avances del proceso de paz y reafirmar el compromiso de la fundación que lleva el nombre de su padre, Warren Buffett, para ayudar a quienes quieren volver a ser productivos en la sociedad civil.
“Y así es como uno logra cambiar las cosas, así es como se mantiene la paz”, dijo el filántropo al explicar que el par de botas amarillas fueron elaboradas por excombatientes de las FARC asentados en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación ubicado en Tierra Grata, departamento del Cesar (norte de Colombia).
Su fundación continuará donando recursos para proyectos sociales en zonas que durante décadas estuvieron afectadas por la violencia. Anunció que en los próximos cinco años invertirá entre 150 y 200 millones de dólares para vías, escuelas, puestos de salud y centros comunitarios que beneficiarán a los habitantes de la convulsionada región del Catatumbo, en la frontera con Venezuela.
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El reconocimiento del exitoso empresario Howard Buffett se extendió a todos los exguerrilleros que con decisión cambiaron la lucha armada por proyectos productivos y con la convicción de que pueden transformar sus vidas y a su país.
Dentro de estos grupos están los 23 excombatientes del taller de confecciones Tejiendo paz, que se convirtieron en diseñadores de moda y lanzaron su primera colección en la Universidad de Los Andes, la institución de educación privada más importante de Colombia.
Ellos viven en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de La Fila, municipio de Icononzo, al centro del país. Allí reemplazaron las ametralladoras por fileteadoras, las balas por hilos y agujas y las granadas por máquinas de coser. Su propóstio central era poner a trabajar su creatividad para darle vida a un centenar de prendas de vestir que denominaron “De la guerra a la PAZarela”.
Los estudiantes de varias universidades que se convirtieron en modelos de la colección, portaban avisos con frases alusivas al tema que los reunía. “Firmes con la paz” y “Para la paz todo” fueron algunos de los mensajes complementarios de la colección que se convirtió en el evento más concurrido del ‘Día Paíz’, espacio de reflexión que por cuarta vez organiza la institución educativa.
Los exFarc que ahora ya no luchan con las armas, se defienden con propuestas creativas que impulsarán con el ímpetu que los caracteriza para convertirlas en un sólido negocio que les permita vivir en paz.
Pese a las dificultades surgidas en la implementación del proceso de paz, entre ellas el surgimiento de una disidencia liderada por el exnegociador de los acuerdos, Iván Márquez, en diferentes regiones avanzan importantes proyectos de producción a cargo de hombres y mujeres que por años fueron combatientes. Además de programas productivos, también se destacan actividades deportivas, culturales y de capacitación. Incluso, antiguos insurgentes lograron terminar su bachillerato e ingresar a la universidad y otros están terminando sus carreras profesionales.
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