Después de abortar –con una retirada intempestiva e injustificada- las conversaciones que se venían desarrollando en Oslo, Noruega, el régimen de Maduro aprovecha el vacío creado exprofeso y sienta en una misma mesa a viejos dirigentes políticos de oposición y factores gubernamentales entre los cuales figura la misma Fuerza Armada Nacional.
La activación del TIAR y la inmediata reacción de la Asamblea Nacional –en bloque compacto y sin esguinces- prolongando la permanencia en el cargo de presidente del parlamento a Juan Guaidó, son factores que retratan las tensiones que hoy mantienen al régimen contra la pared, buscando lianas de donde colgarse en medio de la espesura de un bosque intrincado.
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El gobierno optimiza sus opciones
El gobierno, hábilmente, intenta configurar un escenario que favorezca su permanencia en el poder ganando tiempo y preparando el terreno para la convocatoria a unas elecciones cuya transparencia no está nada clara. Con ello, no sólo se carga a un liderazgo de oposición que, claramente, no termina de cerrar filas en torno al liderazgo de Guaidó sino que su interlocución con el exterior parece nula.
El régimen, al desempolvar figuras supuestamente disidentes pero muy cercanas a personeros clave del chavismo y madurismo, envía un mensaje que no deja lugar a dudas: no les interesa diálogo ni negociación, se las van a jugar para mantenerse en el poder, las elecciones –si son- serán a su medida y utilizarán las figuras que sentaron a esa mesa, viejas en la política y con cierta proyección internacional, para intentar abrir –aislados como están- una brecha de comunicación al exterior y ofrecer una cara menos hegemónica. La maniobra aparece tarde y mal pero es lo que les queda.
El régimen está en sus peores rangos. Cada vez es más frágil tanto en sus opciones y márgenes de maniobra como en su relación con el pueblo, sumido en penurias inimaginables que incrementan la ya elevada irritación y profundizan el distanciamiento afectivo y político con el régimen. Por ello, Maduro opta por la dupla que le queda: aliarse con quienes están dispuestos y fabricar su propia oposición, así como usar la represión y el terror tanto como sea necesario. Es viento a favor la atomización de las fuerzas opositoras y el enfrentamiento entre sus dirigentes, lo cual se pone de manifiesto constantemente a través de los medios de comunicación y las redes sociales.
En honor a la verdad, el supuesto diálogo más bien parecía una convalidación de propuestas que se venían cocinando tiempo atrás y que apuntan a la realización de elecciones sin cambios sustanciales en los procedimientos que tanta desconfianza han generado entre los ciudadanos.
Los obispos se deslindan
Voceros señalados de la Iglesia católica venezolana, cada vez más angustiados por los reales problemas y carencias de la gente, han reaccionado de manera frontal a estos malabarismos políticos que dejan de lado las verdaderas necesidades de los venezolanos en un estira y encoje que solo favorece la desesperanza y aumenta las angustias de las grandes mayorías. La Conferencia Episcopal se ha desmarcado del nuevo diálogo, porque se aleja de “la búsqueda de la unidad para consolidar una fuerza que resuelva la grave crisis política”.
El arzobispo de Maracaibo y presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, Mons José Luis Azuaje, cree que el nuevo mecanismo de diálogo entre el Gobierno y minorías de la oposición se deslinda de “la búsqueda de la unidad para consolidar una fuerza que resuelva la grave crisis política”.
Asimismo, cuestionó que el proceso se trabaje según el marco de las agendas particulares y no determinen las decisiones con intención de definir soluciones para superar las adversidades que padecen los venezolanos.
Fue aún más incisivo: “Vemos personas que en otro tiempo fueron influyentes en el marco de la política venezolana y ahora salen a la palestra sin pueblo, sin soporte de partidos políticos, sin representación; a querer solucionar un grave problema que no han podido solucionar partidos de tradición”, criticó durante una entrevista al circuito Unión Radio. Y aseguró que la suspensión del diálogo entre los actores del conflicto “resquebraja todo lo que se había logrado como sentar en una mesa a representantes de la oposición y el Gobierno”.
“Maquillaje de la mentira”
El prelado de la Diócesis de San Cristóbal y primer vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Mons Mario Moronta, hizo llegar sus reflexiones a diversos medios. Fue tajante al describir cómo se vive en su país: “La inmensa mayoría del pueblo está de duelo. No se tiene lo que se requiere para vivir dignamente”. Consideró el colmo el acuerdo del Ejecutivo “con representantes minoritarios de una facción de la oposición. Han negociado cosas, nuevamente, que favorecen al gobierno para permanecer en el poder y así poder acceder a cuotas de ese poder y seguridad de propios intereses”. Y rechazó “las negociaciones de grupos políticos y el gobierno, que pretenden hacer creer la existencia de un diálogo fructífero”. Lo consideró “maquillaje de la mentira”, cuando lo que se requiere de manera “urgente y necesaria es que se den elecciones presidenciales y quien detenta el poder ejecutivo se retire”.
“Con gente que ha optado por la dictadura y tiranía no se puede negociar”, enfatizó Moronta, quien considera que “si hubiera diálogo auténtico, la primera actitud debería ser la de la escucha del otro. En este caso, el mismo pueblo que no es atendido en sus clamores”.
En medio de esta grave coyuntura, un analista que trabaja en consultoría económica y política sostiene que, a muy alto nivel, hay solo tres actores capaces de modificar la realidad, que son Maduro, Guaidó y Trump. Y que “de las relaciones biunívocas entre ellos, se desprenden, tanto la explicación de la realidad, como las proyecciones en el tiempo”.
“Parece obvio –agrega- que, si nueve meses después aun Maduro está en el poder, EEUU no invadió y Guaidó sigue libre, es fácil anticipar que durante un tiempo más, la situación seguirá de la misma forma, porque no hay, a la vista, obstáculos que corten esa inercia”. Salvo imponderables y sorpresas, de lo cual está repleta nuestra historia reciente.
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