El Memorial de la Puerta de la Libertad, junto al castillo de Devín, recuerda a quienes perdieron la vida intentando huir del comunismo.
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Devín es hoy un lugar plácido y agradable, a 10 kilómetros de Bratislava, en Eslovaquia. La visita al castillo medieval es muy interesante porque ofrece unas vistas inigualables y tiene una historia particular. Está situado en un enclave geográfico de primera magnitud: la unión del Danubio (el segundo río más largo de Europa) con su afluente Morava, que ya de por sí es un río caudaloso.
Frontera natural
Las aguas son mansas y el paisaje bastante llano a excepción del pequeño monte donde se construyó el castillo, a 200 metros de altitud. Servía de vigilancia en la frontera de Austria con Checoslovaquia (hoy Eslovaquia).
El castillo de piedra fue construido en el siglo XIII y dispone de un museo con curiosidades arqueológicas como un pan fosilizado de más de 2.000 años. La fortaleza fue destruida casi totalmente por las tropas de Napoleón a comienzos del siglo XIX, aunque queda en pie gran parte de la muralla, la torre vigía, la puerta de entrada y algunos elementos del edificio central.
Es uno de los muchos castillos que el visitante puede encontrar en el transcurso de un viaje por el Danubio. Sin embargo, este punto tiene una historia muy especial y sobrecogedora.
Buscando la libertad
Durante la Guerra Fría, el espacio de tiempo posterior a la II Guerra Mundial en que Estados Unidos y Rusia estuvieron enfrentados sin declararse abiertamente la guerra, muchos checoslovacos trataron de huir del régimen comunista por este punto del Danubio. Sabían que cruzando las aguas del río accedían a la libertad porque se encontraban ya en Austria.
Muchos lo consiguieron, porque a un lado y otro del Danubio y del Morava la espesura de los árboles hace que sea difícil ver a alguien que pretendiera escaparse.
La policía del régimen no dudaba en disparar a quien tratara de alcanzar la otra orilla, a nado o en barca. Sin embargo, muchas personas (y familias enteras) lo intentaron: muchos de ellos eran católicos perseguidos. “El Partido tenía una carpeta acerca de cada persona”, explica una testimonio de la época. “Si un cristiano no manifestaba su fe en público y no tenía ambiciones profesionales, el Partido no se metía con él. Pero quien quisiera acceder a un trabajo más importante o participar en la vida política, era aplacado”.
400 víctimas
La represión y el castigo se extendieron desde 1948 (fecha en que el régimen soviético se hace con el mando político aunque bajo la apariencia de pluralidad política) hasta 1992. Se calcula que murieron en total unas 400 personas por disparos o arrastradas por la corriente, perseguidas por guardias de frontera y perros.
Una escultura en honor de las víctimas
En recuerdo de las personas que fallecieron en aquel punto del Danubio víctimas de la persecución comunista, se encuentra el Memorial Puerta de la Libertad, una escultura que reproduce los impactos de bala que acababa con la vida de tantos checoslovacos.
A su lado, se colocó recientemente un pequeño monumento a Anton Srholec, un sacerdote católico eslovaco que dedicó gran parte de su vida a atender a los más pobres. Por su condición de sacerdote y por su labor pastoral, el régimen no dudó en castigarlo y fue deportado a Ucrania donde se le obligó a trabajar varios años en una mina de uranio sin las menores condiciones de protección. Srholec sobrevivió a esa dureza y pudo regresar a su país, donde falleció en 2016.
La visita a Devín hoy puede hacerse en familia. Dispone de zonas de descanso y picnic, y señalización para excursionistas. Además, hay una ruta en bicicleta que forma parte de un recorrido europeo: la Ruta del Telón de Acero.