Descubrió la enfermedad pocas horas después de enterarse que esperaba a su segundo hijo; no siguió el consejo de abortar y desde ese momento hasta su muerte acogió el abrazo de la Virgen, que transforma en ocasiones de bien también los sufrimientos
Ciertas vidas iluminan la oscuridad en la que andamos a tientas.
Caterina Morelli, de 37 años, desde jovencita conoce y frecuenta la Gioventù Studentesca y luego el CLU (grupo de universitarios vinculados a Comunión y Liberación – NdR) de la comunidad de Florencia. Se gradúa en Medicina y Cirugía.
El 16 de junio de 2012 se casa con Jonata (ya tienen una hija, Gaia), y unos diez días después el matrimonio descubren que esperan a su segundo hijo. Solamente 4 horas más tarde tiene el resultado de los análisis de un nódulo en el pecho: una forma de tumor extendido y muy agresivo. En Florencia le proponen la interrupción del embarazo para poder proceder con la quimio y la radio.
Caterina rechaza y encuentra en cambio, gracias a los médicos del grupo adulto de Milán [Asociación Laica de derecho pontificio: los Memores Domini. Hombres y mujeres que viven el compromiso evangélico en el mundo según el carisma de CL, NdR], un camino viable, más delicado y con más riesgos, que es compatible con la vida que lleva en el vientre.
Se encomienda a los tratamientos y a una primera operación del IEO de Milán… en febrero de 2013 nace Giacomo y ella empieza de inmediato un ciclo más importante de quimio y nuevas operaciones de extracciones importantes. El mismo año se especializa en Cirugía Pediátrica.
Después de un periodo de tranquilidad, en 2015 reaparecen múltiples metástasis en el hígado, (pulmón, huesos) hasta el punto que vuelve imposible el camino de la cirugía, sometiéndose a innumerables y duros ciclos de quimio; eso no impide, sin embargo, a ella y al marido organizar varios viajes a Lourdes y Medjugorie para rezar por su salud, y también por la de todos.
Comienza el período de implicación con las muchas personas enfermas y sus familias que se encuentra en su camino de sufrimiento, y se convierte en una señal de cómo enfrenta la enfermedad: encomendándose totalmente a la Virgen y con alegría. Lo mismo sucede entre los amigos de la comunidad, que cada vez más se reúnen alrededor de ella de todas las edades.
Nace así una comunicación de manera plena de vivir este acontecimiento a través del moderno instrumento de grupos de Whatsapp cada vez más numerosos. Mientras tanto, su historia se expande por toda la Iglesia florentina y más allá. Encuentra a varios sin techo o sin trabajo y los invita a comer o a cenar a su casa, otros que han perdido la fe, al relacionarse con ella o con el marido, se acercan a la oración y a la Iglesia.
Desde septiembre de 2018 se da un nuevo y definitivo empeoramiento de la enfermedad, con metástasis en el cerebro. Consciente, anticipa la Primera Comunión de su hija en un clima de gran fiesta (26 de enero de 2019), inmediatamente después empiezan sus últimos días, su casa es una continua peregrinación de gente, cada día varios sacerdotes se turnan para celebrar la misa en casa.
Entra en coma la tarde del 7 de febrero, alrededor de su cama durante toda la noche se juntan los amigos y rezan y cantan, junto a sus hijos, en un clima de fiesta, como ella deseaba.
Muere en las primeras horas del 8 de febrero. Su funeral se celebra en la Basílica de la Santísima Anunciación bajo expreso deseo e invitación de los frailes que, al frecuentar su casa dijeron: “Aquí hay verdaderamente un rincón del paraíso en la tierra”.
Escrito por los amigos de Caterina