Una lección para mejorar en nuestras relaciones y mostrar más empatía con la familia y los que nos rodean.
A todos nos ocurre que en alguna ocasión hemos juzgado precipitadamente a la persona que teníamos delante. Interpretamos las señales y rápidamente emitimos un juicio de valor, que nos puede llevar a un enfado y a la bronca.
Pero no siempre acertamos.
¿Te has parado a pensar que tu juicio precipitado te puede llevar a cometer errores? Que a veces son cosas sin importancia pero otras pueden generar un dolor en los que nos rodean y en nosotros mismos.
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