La crisis nos permite encontrarnos, valorar al otro y entender que el amor es algo más que sentirse enamorado
Con motivo de su papel protagónico en la película “El amor menos pensado”, el actor contó su experiencia en una entrevista para La Nación cuando le preguntaron si, tal como ocurrió en la película, él había vivido una crisis de amor en la mitad de su vida.
Para él, las crisis pueden ser conscientes o inconscientes. Uno puede estar a cargo de ellas o no, incluso aunque las viva de cerca. Lo que es cierto es que, consciente o no, es normal que luego de estar tantos años en una relación de pareja uno comience a hacerse planteos.
Hay un nosotros pero somos dos individuos
Uno de los planteos que se presenta, y recogen los autores de esta película, es cómo se vive la singularidad junto al otro. Es decir, lo que te pasa luego de tantos años en una relación que se fue nutriendo de negociaciones -en el mejor de los sentidos- de tiempo, espacio, gustos…
Par el actor, “uno ha estado ‘negociando’ para ponerse de acuerdo durante tanto tiempo que luego cuesta marcar el límite. ¿Qué pasa con uno cuando percibe que su singularidad ha sido modificada y uno empieza a pensar como el otro o a sentir como el otro?”
Amor no es lo mismo que estar enamorado
Otra de las preguntas más comunes en ese momento es: ¿El otro está enamorado de mí? ¿Siente lo mismo que sentía antes? Para el actor esa es precisamente otra clave de la película porque marca una diferencia sobre lo que es el enamoramiento y el amor.
“Solemos creer que solamente estamos viviendo una situación de amor y plenitud si estamos enamorados, y nos olvidamos de que el impacto del enamoramiento -que suele ser inicial- depende de una serie de factores que se reúnen, pero que el amor es más extensivo. El amor va más allá. Puede atravesar turbulencias y someterse a obstáculos”.
Necesitamos perder algo para valorarlo
A veces es necesario pasar por quiebres para darse cuenta de que algo es valioso. Todos necesitamos perder de vista aunque sea por un rato lo que tenemos para valorarlo, tal como ocurre con nuestros amigos, con nuestros afectos y con las personas que nos quieren.
“Cuando estamos tan cerca y tenemos un contacto diario con ellos, perdemos la dimensión exacta de lo que es el valor de ese afecto. Por eso, a veces es necesario tomar un poco de distancia para reconsiderarlo”.
Con su mujer han formado una bella familia y llevan juntos mucho tiempo, pero tuvieron un momento de quiebre. Para él la clave fue el modo en que lo vivieron: “No rompimos una membrana que tiene que ver con el respeto, la dignidad y la sensibilidad. Eso nos permitió tomar distancia, reconsideración y volver a estar juntos”.