Una semana de muerte para el periodismo mexicanoEl periodismo es sinónimo de escándalo en México. Un país con una gran tradición periodística, pionero en América con “La Gaceta” (dirigida por el sacerdote y posteriormente obispo de Yucatán, Juan Ignacio Castorena, 1722) hoy ve sus redacciones invadidas por el miedo y la inseguridad.
Esta semana que se acaba ha sido una semana de muerte para el periodismo mexicano: tres de sus huestes han caído por las balas de los sicarios de grupos de delincuentes que no soportan verse desnudados por la investigación y la denuncia de sus actividades ilícitas.
La lista del horror
La siguiente es la lista que los medios especializados en defensa de los periodistas (el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no se ha distinguido, justamente, por su aprecio al gremio, sino todo lo contrario) sobre los ocurrido esta misma semana:
Jorge Celestino Ruíz Vázquez recibió disparos el 2 de agosto cerca de las nueve de la noche en la ciudad de Actopan, en el estado de Veracruz, de acuerdo con la organización Periodistas Desplazados y Riesgo México. Se desempeñaba con reportero de El Gráfico de Xalapa
Durante la mañana del mismo viernes, Edgar Alberto Nava López fue atacado a disparos en una playa del estado de Guerrero. Era un empleado municipal y administrador de la página de Facebook del sitio informativo La Verdad de Zihuatanejo.
La noche del 30 de julio, el cuerpo del periodista Rogelio Barragán fue encontrado en el maletero de un auto en el Estado de Morelos. Barragán era director del portal periodístico Guerrero Al Instante.
Patria de la impunidad
Según Reporteros Sin Fronteras (RSF) México ocupa el lugar 144 de 180 países analizados en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2019. “Patria de los cárteles de la droga, México sigue siendo uno de los países más mortíferos del mundo para los medios de comunicación”, afirma el organismo.
Y agrega: “Si los periodistas cubren temas relacionados con la corrupción de las autoridades (sobre todo los gobiernos locales) o con el crimen organizado, padecen intimidaciones, agresiones, pueden ser asesinados a sangre fría”.
Tal y como lo fueron –en una misma semana– Jorge Celestino Ruíz Vázquez, Edgar Alberto Nava López y Rogelio Barragán. Lo peor de todo es el nivel de impunidad que persiste en los asesinatos a periodistas mexicanos, reflejo de lo que sucede en otros ámbitos del país.
Así las cosas, de 186 delitos cometidos entre 2010 y 2018 contra la libertad de expresión, en los que las víctimas fueron periodistas o medios de comunicación, 99.13 por ciento han quedado impunes; solo en diez casos se obtuvieron sentencias condenatorias, de acuerdo con la organización Artículo 19.