¿Cómo podría decirlo? Así: este libro es distinto de un libro normal, lo cierto es que es mucho más que un libro. Es un rito de transición, en el mejor sentido de la palabra. Un viaje que empieza en un mundo finito y conduce a un universo infinito, divino, donde viajarás de maravilla en maravilla buscando tu razón de ser.
En efecto, esa es la invitación que te ofrece esta original publicación: “¡Ven y vive en el espacio divino que es la Odisea de tu razón de ser!”.Y esta invitación, bueno, ¡cumple todas sus promesas!
¿Cómo es posible?
La genialidad de este libro, distinto a cualquier otro, es que te ofrece un auténtico retiro espiritual sin salir de casa; o incluso estando de vacaciones en cualquiera que sea tu destino.
De principio a fin, el viajero-peregrino es guiado, como por un coach, según se diría hoy en día, por el camino de una elevación espiritual tan exigente como sublime.
Todo lo que tienes que hacer es reservar en tu horario una hora al día durante siete días, como una especie de retiro. A partir de ahí, te guiarán bien por el camino.
Sigue las orientaciones, no te evitarán la fatiga del difícil terreno, pero te garantizará que permanezcas en el camino correcto y que no pierdas los múltiples tesoros que ver, escuchar, contemplar y meditar en el trayecto.
Una perspectiva de conversión y misión que lo cambia todo
En el pasado, la predicación cristiana sobre conversión y misión se centraba en “los fines últimos”. La vanidad de la vida terrenal se manifestaba ante la perspectiva de la muerte y del Juicio Final. Se advertía a la gente diciendo “¡Recordad que sois mortales!”, y funcionaba. Muchos se convirtieron y cambiaron de vida.
En la actualidad, nadie habla ya sobre la muerte y las perspectivas escatológicas, las personas se entretienen evitando pensar en ello. Este libro invita claramente a volver a estos pensamientos.
Pero no por revivir una “predicación del terror”. Al contrario, por proponer una predicación de alegría y felicidad. De hecho, el propósito de este extraordinario libro no es decirte “¡Recuerda que eres mortal!”, sino “¡Recuerda que eres eterno!”. Y eso lo cambia todo.
La muerte no es un accidente fatal
Ciertamente, la muerte existe. Sin duda, desde la caída original, la muerte se ha convertido en un accidente de la vida. Y un accidente grave, aterrador en muchos aspectos. Sin embargo, nos atrevemos a decir que la muerte no es un accidente fatal.
“Cuando pensamos en el significado último de nuestra existencia, siempre hay un árbol que nos oculta el bosque”, advierte el autor Pierre-Marie Dumont.
“Este árbol es nuestra inevitable muerte. De hecho, la perspectiva de nuestra propia muerte nos impide ver el grandísimo y definitivo hecho de que Dios nos creó eternos. Solo porque el ser humano se haya vuelto mortal no implica que haya cesado la promesa que se le hizo de vida eterna. Estamos vivos para siempre y nada ni nadie puede ponerle fin a eso. Por tanto y en primer lugar, es desde la certera perspectiva de lo eterno de nuestra existencia que deberíamos saber cómo vivir… y cómo morir”.
La suprema belleza de nuestra razón de ser
El viaje que sugiere este libro empieza a partir de aquí. Para llegar a esta perspectiva: “El plan creativo de Dios es que nuestra vida nunca termine y, por ello, después de nuestra peregrinación terrenal, continuará para siempre adoptada por amor dentro del mismísimo corazón de la Vida divina, para nuestra inmensurable felicidad”.
¡Ah, Señor, hágase Tu voluntad! Y así termina el libro… pero ¿qué digo? Por supuesto, ¡este libro no termina!
Y he aquí el libro que abre para siempre a la visión de la voluntad de Dios llevada a cabo, en el último segundo del último día del tiempo, “cuando en la parusía de Jesucristo se revele la verdad de la Creación y nosotros podremos dar gracias, para siempre, por la suprema belleza de nuestra razón de ser”.
Hoy celebramos a...