Jordi Pérez creció en el hogar de San José de Valencia y las religiosas le ayudaron a hacer realidad su sueño de pequeño.
Jordi Pérez es un joven español que a los 11 años ingresó en el Hogar de San José de la Montaña, en Valencia, una residencia para menores al que los servicios sociales de la comunidad autónoma confían la atención de los niños que no cuentan con atención familiar.
Aquel niño rubio llegó con sus tres hermanos. Y las religiosas, desde el primer momento, le tomaron cariño como tratan de hacer con cada uno de los pequeños que llegan allí, con carencias afectivas y experiencias del pasado a veces traumáticas.
Jordi fue creciendo y apareció la vocación taurina. La llevaba en el recuerdo porque en Carlet (su pueblo de origen) pasó muchos días hablando con el dueño de un taller mecánico que a menudo, cuando encontraba al chiquillo haciendo de las suyas, le reñía con un cariñoso: “Tú tienes que ser torero”.
En el Hogar de San José de la Montaña, que pertenece a la Orden Madre de los Desamparados y cuenta con 14 menores atendidos, su tutor le animó a seguir esa afición por los toros. Las monjitas, casi como si se tratara de aquella película de “Marcelino, pan y vino” con Joselito o “Canción de cuna” de Garci, han sabido hacer del cariño la materia prima para que crezca un Jordi que hoy es plenamente feliz.
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