Una escuela con proyecto tiene unos objetivos claros y convoca a todos los agentes implicados para alcanzarlos. No es un agregado de profesores, estudiantes, aulas e instalaciones donde cada uno hace la guerra por su cuenta. Muchas escuelas fracasan ahí: en el desorden de medios y fines.En el mundo anglosajón se señala que las escuelas con proyecto trabajan en la configuración de un clima escolar positivo (positive school climate) encaminado a la excelencia. Y cuando hablan de clima escolar piensan en aquellos elementos que hacen de la escuela un todo armonioso que funciona articuladamente. Desde el director hasta el empleado de la cocina.
Lograr la educación integral
Todos exhiben un estilo de hacer colaborativo porque comparten un sentido de co-pertenencia con respecto al proyecto de toda la escuela. Y esta unidad de acción se basa en la misión común de la que participan todos los agentes en juego. Se irá viendo, pero el objetivo es la educación integral. Es vital el éxito escolar, los resultados tangibles, pero también es fundamental la educación ético-cívica, la educación del carácter de sus estudiantes.
Quizá uno de los conceptos básicos que reúnen estas escuelas es la coherencia entre las partes y el todo en la búsqueda de un fin educativo explícito y claro. El director, los directivos tienen un plan estratégico que se hace evidente en la vida diaria de la escuela y que además busca la coherencia con la comunidad educativa aneja al centro.
No solo se ha de contar con los directivos, profesores y alumnos sino también con aquellos agentes que van más allá del marco de la escuela. Entonces no solo el papel de las familias es fundamental sino también tienen su rol educativo algunas instituciones cercanas como la biblioteca municipal, el polideportivo y algunas iniciativas socio-educativas y culturales del ayuntamiento o institución privada, etc.
Colaboración entre escuela, familia y comunidad
Este eje comunitario exige trabajar en el marco de la escuela compartiendo unos principios, unas relaciones, una comunicación y unas complicidades necesarias: en el mundo anglosajón se habla de la importancia de la colaboración entre escuela, familia y comunidad: school, family and community partnership.
Vamos a proponer 5 puntos que podrían definir sucintamente una escuela en la búsqueda de su éxito organizativo con vistas a alcanzar unos resultados en términos de excelencia escolar, es decir, personal, ética y cívica.
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Formación académica, socio-emocional y cívica de los alumnos
Es importante que los maestros con liderazgo instruyan a los alumnos, transmitan los contenidos con un estilo personal y entusiasta en una exigencia atenta, motivadora, en una minuciosa evaluación constructiva.
Es importante que estos profesores conecten con los alumnos.
Es fundamental alcanzar una calidad educativa que persiga la implicación de los alumnos en los procesos de enseñanza-aprendizaje en los que son protagonistas.
No vale una educación rutinaria y desconectada de la realidad y alejada de la personalidad de los niños y los adolescentes concretos.
El objetivo es la excelencia académica para la cual los profesores manejan unas expectativas de sus alumnos altas y a la vez razonables. Pero también se trata desplegar la excelencia ético-cívica: la formación integral de cada uno.
Los profesores son modelo en el crecimiento de las habilidades de carácter dentro y fuera del aula. Modelizan a sus alumnos desde la instrucción y también desde el currículum oculto. Cualquier miembro de la sinergia educativa participa de esta ejemplaridad: desde el director –al cual se le debe exigir un liderazgo audaz- hasta los empleados de servicio pasando por los profesores.
La escuela con proyecto apuesta por el futuro profesional de sus estudiantes y por su futuro como ciudadanos. Profesionales responsables que construyen una sociedad más próspera, pero también más cívica y democrática.
Los alumnos deben crecer en conocimientos y también en gestión de conflictos, en toma de decisiones ético-cívicas, en reflexión y responsabilidad, en capacidad crítica y emprendimiento innovador. Y este crecimiento, catalizado por la ejemplaridad del maestro, se implementa en las relaciones con sus compañeros y en el apoyo a los mismos: en el respeto a la diversidad, la escucha atenta, la cooperación, y el apoyo dentro y fuera del aula.
Esta educación cívica cuenta con un plano privilegiado en las actividades extracurriculares de aprendizaje servicio, de deporte, de carácter festivo, social y cultural. Ahí los padres, como en todo el proyecto educativo, tienen un papel fundamental de apoyo e iniciativa.
2. Seguridad y normas: una base del bienestar ambiental
Uno de los primeros ejes de una escuela con proyecto es respetar las normas para canalizar un proceso educativo que forma integralmente personas. Los alumnos en un colegio con proyecto deben sentirse seguros, apoyados sobre la base de unas normas que se aplican en cada rincón del centro. Unas normas que progresivamente se deben interiorizar pues facilitan la vida de la escuela, son su aceite social y deben convertirse en hábitos de carácter unidos a la motivación intrínseca en aras al bienestar de cada miembro del centro: profesores, alumnos, personal no docente.
Además las normas han de ser concebidas como un elemento de pertenencia a la escuela: todos las conocen y las construyen día a día pues son parte de la personalidad de la escuela. Son normas que a todos protegen y cuidan. Y que facilitan la libertad para expresarse sin miedos y sin limitaciones. Ahí está el tratamiento del bullying y de cualquier conducta disruptiva (consumo de sustancias, vandalismo, por ejemplo), dentro y fuera del aula.
Desde la Educación Infantil hasta la Secundaria todos saben que los alumnos tratan bien a sus compañeros, como los profesores a sus estudiantes, como los directivos a los profesores. La violencia verbal y física está tipificada y existen protocolos muy precisos desde el primer conato de abuso. Nadie se inhibe pues se sabe protegido: alumnos, profesores y familias. Las normas se aplican por igual en todos los planos. Y estas reglas no se sienten como un peso disciplinario sino como una base de seguridad, comodidad y bienestar emocional. La excelencia educativa lo exige.
Mañana Aleteia publicará la segunda parte de este artículo.