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Sergio Gendler y Javiera Suárez: Cuando despedimos a un periodista de TV

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Esteban Pittaro - Aleteia Argentina - publicado el 17/06/19
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En la era de los contenidos on demand, lloramos al despedir a aquellos periodistas a los que no conocimos pero que tanta compañía nos hicieronEl fallecimiento del periodista deportivo argentino Sergio Gendler despertó gran cantidad de muestras de afecto: desde el presidente de Argentina, Mauricio Macri, a un sinfín de periodistas y anónimos de todo el país hicieron llegar su cercanía por redes sociales. Gendler padecía la enfermedad de Crohn, y falleció a los 53 años, víctima de un cáncer de intestino.

Una persona que trascendió como una persona querida, tanto por audiencias, deportistas, y hasta sus propios colegas periodistas, muy difíciles a la hora de reconocer a pares, como destacó Juan Pablo Varsky, su ex compañero en el programa de cable TN Deportivo. Hasta la Conmebol dedicó un minuto de silencio en el debut del seleccionado argentino de la Copa América contra Colombia, minuto que fue respetado por el estadio como pocas veces se ha visto.

Sergio Gendler nunca fue una estrella televisiva, pero le tocó protagonizar el nacimiento y el esplendor de la televisión por cable en la señal TN, para luego desempeñarse en los noticieros de canal 13. Cubrió seis mundiales de fútbol y tres juegos olímpicos. Durante los últimos años, se destacó en distintos programas de radio, de la cadena Mitre, La 100, y Fox Radio.

https://twitter.com/FOXSportsArg/status/1139300943873413121

¿Qué lo hacía querible a Gendler? Lo mismo que a muchísimos comunicadores en la Argentina y el mundo: la transparencia, la cercanía, el vivir alegrías como las audiencias, el lamentar las amarguras como ellas, el preguntar lo que ellas hubiesen preguntado y el decir lo que ellas hubiesen dicho.

Durante años se ha denostado a la televisión por la excesiva atención que demanda, por su dominante lugar en la casa e incluso en las cenas familiares. Pero ahora que está en crisis por el auge de las películas, las series y la música on demand, en dispositivos y en las pantallas que otrora monopolizaban los programas, aquellos vínculos virtuales que ayudó a construir con periodistas y animadores parecen gemir melancolía.

 

 

En Estados Unidos, los americanos ya pagan más por servicios de streaming que por la televisión por cable, informaba un estudio de Deloitte de hace unos meses. 69% de los hogares en ese país, según el reporte, cuentan con algún tipo de suscripción a servicios de contenidos audiovisuales por internet, y un 65% cuentan con algún servicio de televisión por cable o satélite. Entre los *millenials*, la brecha es mucho más grande: 88% contra 51%. Si la tendencia se replica en el resto de los países, como es previsible, el periodismo audiovisual deberá reinventarse, tal como el periodismo en papel lo hizo en internet.

Cada nuevo medio genera temor en los otros medios, enseña con creativa narrativa Fernando Ruiz en su obra “Cazadores de noticias: Doscientos años en la vida cotidiana de los que cuentan las noticias”. Le pasó a la radio cuando nació la televisión, pero ésta ha sabido sobrevivir como medio de compañía. Las audiencias vivieron con melancolía su pérdida de protagonismo, y hoy quizá ocurre lo mismo con la televisión.

Durante décadas la televisión fue víctima de peyorativos calificativos como “caja boba”, principalmente por la adicción provocada por su consumo excesivo. Durante esos años los periodistas de televisión, sin embargo, han logrado ganarse en base a información y compañía el afecto de millones de televidentes a los que nunca conocieron en persona.

Porque en Netflix y compañía se cuentan historias preciosas. Una y otra vez un tributo a la creatividad. Pero en la televisión y en la radio los comunicadores nos comparten su vida relatando otras, y no son personajes de ficción: se alegran, sufren, lloran, ocultan el llanto como lo haríamos en nuestros trabajos de oficina, enferman, toman decisiones, incluso mueren.

Por eso el caso de la periodista chilena Javiera Suárez, del que ya hemos dado cuenta, conmueve. Por su decisión, por su joven edad, por la esperanza en Dios ganada ante la inminencia de la muerte. Pero también porque era una comunicadora que sin conocer en persona muchos conocían y querían, en la que muchos confiaban. Y encima, porque ante su enfermedad y decisión terminó de abrir la ventana de su vida y eligió su última historia a contar, esa con la que inspirar, que era la suya. Algo similar había hecho Gendler recientemente al testimoniar su caso con la enfermedad de Crohn.

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Si el streaming es un tributo a la creatividad, el periodismo de televisión y radio lo es a la realidad. Aún en la era de los contenidos on-demand y las series, seguimos necesitando de la información y el testimonio.

Más imágenes aquí (hacer click en galería): 


JAVIERA
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