¿Un niño está descontento o avergonzado si sus padres le organizan ellos mismos su fiesta de cumpleaños? Aunque los padres asuman hacerlo todo de manera “sencilla”, en comparación a los súper eventos en miniatura que se ven hoy día, es inevitable que el niño se alegre al verse rodeado de sus amigos y al comprobar la implicación de sus padresLa necesidad de que las celebraciones sean por todo lo alto –igual que la factura– parece estar tomando unas proporciones un poco ridículas. “Las meriendas de cumpleaños clásicas están en vías de extinción”, asegura Valérie Halfon, asesora de gestión presupuestaria, en su libro Tout le monde en a un, sauf moi ! (ed. Albin Michel).
“Se acabaron los sándwiches de crema de cacao, el jugar a las sillas e incluso las yincanas: los cumpleaños se han convertido en pequeñas superproducciones, en escapadas al fast-food de turno o en eventos en parques de atracciones”.
Una escalada que aumenta cada vez más y que se recrudece con la edad de los niños. Los niños ya no saben los que es organizar una búsqueda del tesoro en la plaza o en el patio. Ahora les invitan a jugar al centro de laser game, a los parques recreativos o a ir a mini discotecas.
El no va más es recibir a domicilio a un animador contratado que divierta a la galería organizando actividades sobre los temas más variopintos: una tarde en compañía de Ladybug, un escape game en casa o un taller de cine. Visto lo visto, ¿cómo hacer frente a la presión de los hijos, de la sociedad, si no queremos (o no podemos) entrar en el juego de los cumpleaños deluxe?
Asumir las convicciones
Si nos empeñamos en organizar una fiesta con una búsqueda del tesoro, una carrera de sacos y otros juegos en grupo en la plaza del barrio, ¿nos arriesgamos a quedar como unos extraterrestres?”, pregunta Valérie Halfon. Si mantenemos las sillas musicales y la yincana, ¿vamos a singularizar a nuestro hijo hasta el punto de incomodarlo y marginarlo?
La asesora es tajante: “¡Pues no! Si tenéis seguridad y estáis convencidos de vuestros valores, vuestro hijo también lo estará. Cuando dudamos es cuando los niños comienzan a dudar también”.
Si pensáis las actividades juntos, si implicáis a vuestro hijo en la decoración o en la elaboración de un pastel, si le hacéis comprender que estáis encantados de organizar vosotros mismos el cumpleaños, seguro que vuestro hijo también estará contento.
Sin duda os sorprenderá comprobar que a sus amigos en realidad también les interesa el juego de la silla y disfrutan jugando, por viejo que pueda parecer el juego. Y ya verás cómo se implican al máximo en la búsqueda del tesoro que, a fin de cuentas, tiene mucho más encanto porque es un juego “casero”.