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El potencial inflamable de la escasez de gasolina

VENEZUELA

Wilfredo Rodríguez-(CC BY-NC-ND 2.0)

Macky Arenas - publicado el 19/05/19

Aunque usted no lo crea, en el país del petróleo falta el combustible

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Lo que el gobierno más temía -en boca del propio ministro de la Defensa- “candelitas por todas partes” se encienden en Venezuela. Arde la pradera. La gente ya no hace colas de horas sino de días para llenar el taque de sus vehículos. Anoche tocó a una de las vías más importantes del país, que comunica a Caracas con el centro-occidente del país. La gente, indignada al no poder surtirse de combustible, sacó todo lo que tenía y le prendió candela en plena autopista. Son solo muestras de lo que podría venir en un país harto, sin luz –no solo eléctrica- al final del túnel por los momentos . La crisis arrecia y sus consecuencias sobre la vida de la gente, también. Vivimos un estado anárquico, antesala de un estallido masivo , cada vez más probable cuanto más se acerque la falta de gasolina a la ciudad capital.

Caracas ya vive sus horas. Desde ayer, las estaciones de gasolina están cerradas o recibiendo muy poco combustible. Las colas son bestiales y la paciencia de la gente se acaba. El ausentismo laboral se incrementa y los alimentos amenazan con no llegar a la capital. No hay gasolina, el país se detiene.

Laura, que viene llegando de Bogotá, a donde tuvo que viajar para renovar su visa de entrada a los Estados Unidos puesto que la embajada en Caracas cerró -“tengo que ir a ver a mi hija que vive allá”- atestigua su paso por la frontera: “Lo estoy viendo con mis propios ojos, son doce y 14 horas de filas de vehículos para poner gasolina. En Maracaibo, las familias se llevan el desayuno pues llegan de madrugada a su puesto en la cola. Se llevan cargadores de celulares para no quedar incomunicados, llevan el almuerzo. Pero eso no es todo: los guardias nacionales cobrando en dólares y hasta en pesos colombianos. Ni ellos mismos quieren los bolívares pues no valen nada. Esto es insólito! A esta gente hay que sacarla del poder a como dé lugar”.

Cobran 20 mil pesos colombianos, lo que equivale a Bs 40 mil, el salario mínimo decretado por Maduro. Fernando, que trabaja por su cuenta nos agrega: “Nos tienen en el escalón más alto de la mendicidad, en medio de las peores carencias. Trabajaba en un comercio y cerró. Ahora estoy en el empleo informal, tratando de ganarme la vida. Cómo voy a poner gasolina a ese precio?”.

El fantasma de la disolución inflama ciertos espíritus. Un tuitero del Zulia, uno de los estados más golpeados del país por la crisis, sin agua, sin luz, sin combustible, tronaba en su perfil hace un par de días: “De qué sirve el federalismo si nosotros, quienes producimos el petróleo y comida para todo el país, vivimos en este calor infernal? Con qué derecho nos hacen esto?”. La inhumana situación que soportan hará difícil que puedan ver la realidad: nada tiene que ver con el federalismo sino con la incompetencia, la corrupción y, sobre todo, con la cruel indiferencia ante el sufrimiento de los gobernantes del Socialismo del Siglo XXI, el mismo que el episcopado calificó como «moralmente inaceptable». Ya es intolerable.

La verdad es que sacrifican el interior del país para mantener apaciguada a la capital y eso lo resiente, y con razón, la provincia. El poder teme aquella ancestral tendencia, inmortalizada en una estrofa del himno nacional “Seguid el ejemplo que Caracas dio”, que alude al lugar donde “se prende la mecha” de las insurrecciones contra el autoritarismo en esta nación.

Un geólogo experto, Edgar Chacín, colocó en su cuenta de tuiter: “La produccion petrolera de la cuenca de #Maracaibo a parte de tener sus meses contados, su producción de #petroleo crudo es similar a la registrada entre 1927-1928”. Lo cierto es que la PDVSA socialista ofreció construir 14 refinerías en el mundo y 10 en Venezuela. Por ahora cerró todas las de aquí, menos 2: Amuay y Cardón que operan a menos del 10% (aunque trascendió que Cardón se detuvo).

Otro de los aspectos más alucinantes de esta historia es que la gasolina tampoco vale nada. Destruida como está PDVSA (Petróleos de Venezuela), poco les preocupa su recuperación. Simplemente, importan. Usted llena su vehículo –si lo consigue- y entrega al empleado lo que pueda en bolívares. Del aumento ni se habla: inflamable, como está, la situación saben que lanzarían un fósforo encendido a un tonel de gasolina. Tienen pánico. Circula en días pasados la copia de una factura de PDVSA que muestra que la gasolina no se cobra a las estaciones de servicio. Lo que pagan los consumidores va íntegro para quienes la surten, que no están cobrando sueldo.

Pero compran fuera la gasolina, algo insólito en uno de los países productores con mayores reservas en el planeta. Una parte viene al país; la otra va a Cuba. La isla no se ha quedado sin su puntual envío de gasolina. “El otro día – contaba un trabajador de la industria- venía un carguero de Rusia. Venezuela, a pesar de sanciones y supuesto bloqueo, lo desvió a Cuba. Los venezolanos y nuestras necesidades no figuramos en la lista de prioridades del régimen de Maduro”, se lamentaba quien trabaja para el Estado.

La cantinela del gobierno es la misma en todos los órdenes: “La importación de aditivos para producir gasolina en Venezuela está siendo bloqueada por las sanciones de EEUU”. Ello plantea algunas cuestiones obvias: la defenestración de la empresa más poderosa y –en su tiempo- entre las cinco más eficientes del mundo, también se debe a las sanciones? Por qué Venezuela, un país repleto y exportador de petróleo, llegó a la necesidad de importar gasolina? Cuál es el misterio que encierra el cronométrico envío de petróleo a Cuba, a pesar de las sanciones?. Preguntas que cada venezolano se hace día a día.

Aquella PDVSA, la democrática y meritocrática, podía producir 1.200.000 b/d de gasolina. La PDVSA roja produce ceca de 100.000 b/d. Según revelación de Bloomberg, el régimen de Maduro habría vendido casi 14 toneladas de oro del BCV en mayo. Con ese salvavidas se mantienen a flote, por ahora. Pero también el plástico es inflamable.

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