Con medallas de oro y plata en Juegos Olímpicos y varios títulos mundiales, esta colombiana, campeona de saltos largo y triple, siempre habla con orgullo de sus orígenes y su fe en Dios
Esta mujer de 1.81 metros de estatura, 70 kilos de peso y con 34 años de edad, obtuvo en 2018 el título de Mejor Atleta Femenina del Mundo, una distinción codiciada por deportistas de alta competición —especialmente de las potencias atléticas— pero que solo había ganado en 1989 una latinoamericana, la cubana Ana Fidelia Quirós. El reconocimiento, que no es fruto de la casualidad o del mercadeo, convirtió a Caterine Ibargüen Mena en la primera sudamericana en subir al podio de las heroinas del deporte base en el orbe.
Su notable figuración en las doce sesiones de la Liga de Diamante realizadas durante el 2018 en Europa, América, Asia y África la llevó a las finales de este torneo en donde triunfó en salto de longitud (largo) y salto triple y la puso a las puertas de un premio que le fue esquivo en los cuatro años anteriores. Al ganar dos Trofeos de diamante en esta temporada, sumó su sexto galardón a lo largo de sus intervenciones en la Liga, un logro que solo han alcanzado otras cuatro mujeres en la historia del torneo. Como si fuera poco, en representación del equipo de las Américas y en las mismas especialidades, ganó medallas de oro la Copa Continental. También lo hizo en los Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en Barranquilla, Colombia, donde obtuvo dos preseas doradas.
Esta impresionante colección de éxitos permitió su postulación al título de Mejor Atleta Femenina en el Mundo, una distinción que disputó con la bahameña Shaunae Miller-Uibo (400 metros), la keniana Beatrice Chepkoech (pruebas de distancia), la británica Dina Asher-Smith (velocista) y la belga Nafissatou Thiam (reina del heptatlón). Pese a su trayectoria y sus admirables marcas, la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo —IAAF—, escogió a Caterine y en diciembre pasado le confirió este reconocimiento durante una elegante ceremonia celebrada en el principado de Mónaco.
Luego de recibir el premio de manos del príncipe Alberto II, Caterine habló con su habitual desparpajo: “No puedo con mis piernas, me están temblando. Le dedico este premio a Dios, a Ubaldo Duany [su entrenador] y a mi grupo de trabajo. Estoy supremamente feliz y no puedo hablar más”.
Una fe que no esconde
Nacida en un humilde hogar de Apartadó, en el departamento de Antioquia, al noroeste de Colombia, Caterine es admirada por sus impresionantes victorias, su arrolladora personalidad y una sonrisa siempre contagiosa. Amigos, atletas y periodistas que la conocen la califican como una “bacana”, término muy colombiano que se le da a una persona “simática y agradable”.
Y así lo refleja en las conferencias de prensa, las entrevistas y en el trato del día a día con sus compañeros y familiares. Nunca —aseguran sus allegados— se le nota de mal humor, una salida en falso o algún resentimiento por una dura infancia en la que Francisca Mena y Ayola Rivas —madre y abuela— la criaron con esmero y le inculcaron valores como el respeto a las personas y la disciplina. En un reciente homenaje en Bogotá la doble medallista olímpia dijo que “Esas mujeres formaron lo que soy como persona y en la medida que pudieron me dieron todo. Me enseñaron el valor de las cosas y que para conseguirlas se deben luchar y que todo llega en el momento justo”.
Ibargüen Mena también expresa sin dudas su fe y siempre, como lo hizo en Mónaco o acostumbra hacerlo en Twitter, habla de Dios. En una entrevista con el períodico colombiano La Opinión, la ‘Pantera negra’ confesó: “siempre que estoy parada en la línea para buscar mi salto, primero me encomiendo a Dios y luego pienso en mi familia, mi madre y mi abuela, para recibir las fuerzas necesarias y cumplir con mi objetivo”. En esos momentos, cuando está a las puertas de un gran salto o de lograr otra de sus hazañas, ella recuerda una expresión de doña Francisca: “Los tiempos de Dios son perfectos”.
Con la cadena Blu Radio, la ‘Gacela de oro’ también compartió sus experiencias espirituales: “Hablo con Dios. Por ejemplo, le digo: ¡Dios, no me vayas a dejar aquí metida! ¡Dios, ayúdame que tú me metiste en este cuento!”.
‘La diosa de ébano’, otro de sus apodos cariñosos, admite que su relación con Dios también ha surgido en momentos de dificultades o frustraciones. Al periodista Mauricio Silva, de la revista Bocas, le habló de su participación en Londres 2012: “Dios pone todo cuando tú eres capaz de asumirlo. ¿Por qué no gané en los Juegos Olímpicos? De pronto porque no era mi momento. De pronto Dios diría: ‘Caterine no está apta para asumir este papel’…”
La colombiana tiene la mira puesta en los Juegos Olímpicos de Tokio, por eso ya empezó su exigente preparación y lo hizo de la mejor manera al ganar en Doha, Catar, la prueba de salto largo en la primera válida de la Liga de Diamante 2019. Son doce pruebas durante todo el año y en la que compite lo más selecto del atletismo mundial en carreras y marchas, saltos y lanzamientos. En las líneas de salto, seguramente, Caterine volverá a musitar como lo ha hecho siempre: “¡Dios, ayúdame que tú me metiste en este cuento!”.