El dragón se la comió y ella, al hacer la señal de la cruz, hizo reventar el cuerpo del animal y salir ilesa en cuestión de segundos
Tanto en la iglesia católica como en la ortodoxa es venerada santa Margarita de Antioquía (aunque en Oriente la conocen más como santa Marina), quien forma parte del grupo de los 14 santos auxiliadores. Se le honra el 20 de julio y se le conoce por ayudar a las mujeres en las labores de parto.
Nació en Antioquía de Pisidia (hoy en día Turquía) y era hija de un sacerdote pagano. Su madre murió poco después de su nacimiento y su nodriza le inculcó el cristianismo. Al llegar a la adolescencia, ella decidió bautizarse y consagrar su virginidad a Dios, por lo que su padre la repudió y su nodriza la adoptó.
Un día, mientras pastoreaba unas ovejas (y por eso en algunas imágenes se le representa como campesina), un prefecto romano llamado Olibrio quedó encantado con su belleza y la quiso obligar a renunciar al cristianismo para convertirla en su esposa.
Margarita se negó rotundamente a pesar de las amenazas y, en venganza, el prefecto la llevó a juicio. Allí también ella se negó a venerar a los dioses paganos o renunciar a su fe cristiana, así que fue sometida a diversas torturas y humillaciones. Lo curioso es que mientras rezaba, lograba vencerlas todas, hasta que finalmente la decapitaron.
¿Y qué tiene que ver esto con los dragones? Santiago de la Vorágine (quien era el arzobispo de Génova en el siglo XIII) cuenta en La Leyenda Dorada (una compilación de relatos hagiográficos) que cuando santa Margarita estaba en prisión le pidió a Dios poder contemplar a su enemigo.
Fue entonces cuando el Diablo se le presentó en forma de dragón (recordemos que en el cristianismo este animal es símbolo de maldad) con intenciones de “devorarla” (tentarla); pero ella lo disipó al hacer la señal de la cruz.
De allí que en la letanía que se desarrolló para los santos auxiliadores, la de ella sea “valiente campeona de la fe” y que a través de su intercesión se nos preserve del infierno.
Otro relato popular asegura que el dragón se la comió y ella, al hacer la señal de la cruz, hizo reventar el cuerpo del animal y salir ilesa en cuestión de segundos (por esto antiguamente las mujeres que estaban a punto de dar a luz le rezaban para tener un parto rápido y seguro).
Sin embargo, esto último carece de veracidad histórica para la iglesia y es más una fábula o simplemente un simbolismo de cómo la santa logró vencer al demonio a través de la oración en su martirio.
Igual en muchas pinturas se le representa con un dragón a su lado y un crucifijo en la mano. Una de las más famosas fue la que hizo Tiziano que se puede apreciar en el Museo del Prado en Madrid.
Actualmente, es una santa mayormente venerada en la religión ortodoxa (de hecho, hay una reliquia del que se cree que es su brazo en el monte Athos en Grecia). Irónicamente, el relato del dragón devorándola fue el que le dio descrédito en el mundo católico con el pasar de los años y, aunque sea una de las santas que se le apareció a santa Juana de Arco, ya no es tan reverenciada como lo era, por ejemplo, en la Edad Media, cuando reinas y princesas eran llamadas Margarita, entre otras razones, por ella y otras santas del mismo nombre.
Y, ya saben, si en esta temporada final de la serie Juego de Tronos Daenerys Targaryen termina siendo una villana, no se extrañen, después de todo, si lo analizamos desde el simbolismo cristiano, es la madre de tres dragones.