La Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de la Corteza, cuya aparición creen los fieles católicos se produjo en un tronco el 11 de febrero de 1702, es hoy Patrona de Acarigua y del estado Portuguesa. Su aparición se produjo cuando Venezuela todavía era una colonia Española, pero la veneración a esta imagen solo tuvo aprobación eclesiástica a partir de 1757.
En la parte posterior de la iglesia San Miguel Arcángel de Acarigua, hay una pequeña plaza en homenaje a Nuestra Señora de la Corteza, patrona de la ciudad, en cuyo centro se encuentra una estatua que representa a la Virgen, la cual se manifestó en febrero de 1702, sobre la corteza de un árbol frente a algunos vecinos. De allí el nombre de la Virgen. Los lugareños conocen el sitio como “La Plaza de la Burruquita”.
Hay mucho detalle sorprendente en este hecho histórico. La encontró una mulata que viajaba un largo trecho para pagar una promesa; la imagen se parece mucho a la de la Virgen de Coromoto; el lugar donde ocurrió el hecho se llama “Quebrada de la Virgen”, tal y como llaman al enclave cercano donde la Patrona de Venezuela se apareció al cacique Coromoto; el relicario fue robado, estuvo a punto de desaparecer para siempre, pero luego fue recuperado.
El escenario de nuestra historia se desarrolló en la localidad de Acarigua-Araure en el Estado Portuguesa una de las más típicas regiones llaneras del país sudamericano. Es tan productiva y sus tierras tan fértiles que se la conoce como “El Granero de Venezuela”.
El cronista e historiador Armas Alfonzo cuenta que un día de febrero de 1702, la mulata Margarita había ido a Guanare a pagar una promesa a la Virgen de Coromoto en acción de gracias por haberle devuelto la salud perdida al hijo que la acompañaba.
“De regreso, días más tarde, se detuvieron a la orilla de una quebrada, conocida después como Quebrada de la Virgen, a semejanza del sitio de Coromoto”. La mujer ató el burro a un árbol de tacamahaca (*) y madre e hijo se pusieron a descansar en una hamaca que colgaron entre dos palos.
“Al rato –sigue el relato- el muchacho advirtió que el macho se espantaba, y buscando el origen de la novedad, dio con una luz vivísima en el tronco del tacamahaco”.
Se acercaron y notaron que en la corteza, perfectamente clara entre los resplandores, aparecía una imagen de la Virgen sosteniendo al Niño con sus manos. Margarita La Perla tajó la corteza con un cuchillo y la guardó bien envuelta en una tela. El día tenido como probable de la aparición es el 11 de febrero de 1702.
“Iban a seguir su camino, cuando el macho se echó a correr, por lo que debieron de terminar a pie la larga distancia hasta el pueblo. Una vez allí, cuentan que la bestia corrió hasta la puerta misma de la iglesia de Acarigua, y el párroco, el capuchino Miguel de Placencia, extrañado de aquello, mandó a un muchacho de su servicio que averiguara a quién pertenecía el animal. El mensajero halló a Margarita aposentada en la Casa Real. La mujer fue por su cabalgadura”.
El macho, entretanto, se había echado a la puerta de la iglesia y Margarita no consiguió levantarlo por más varazos que le propinó.
Descubren la preciosa carga
Fray Miguel tuvo curiosidad de saber qué contenía la pesada petaca que se suponía había derribado al animal. Margarita La Perla explicó que sólo cargaba su ropa y algunas cosas de viaje, además de una concha de tacamahaco muy extraña, y le contó al religioso cómo la había hallado en la quebrada.
Armas Alfonzo describe la intuición del párroco: “Fray Miguel advirtió la figura de la Virgen y devolvió el pedazo de corteza a Margarita La Perla que la guardó de nuevo entre la ropa. El macho, que se había levantado, volvió a echarse apenas se le cargó la petaca, y de nada valieron nuevos golpes. Fray Miguel intuyó de aquello que la santa aparecida expresaba su voluntad de quedarse en la iglesia, pero Margarita La Perla no consintió desprenderse del pedazo de corteza. El capuchino entonces se la cambió por un rosario y dos estampas religiosas de la Virgen del Rosario y de la Inmaculada Concepción.
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