Una tierra golpeada por la violencia y la carencia donde también gana espacio la esperanza
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Luis Carlos tiene 11 años y su sueño es ser jugador de fútbol. Junto a otros amigos se atreve a correr y también tomar una cámara fotográfica, mientras sonríe y juega. Carlos vive en Mataje, una parroquia rural del cantón de San Lorenzo (Esmeraldas), frontera norte de Ecuador con Colombia, lugar que se ha hecho conocido a nivel internacional por la muerte y la violencia.
Fue en ese lugar donde en abril de 2018 la noticia del secuestro del equipo periodístico de El Comercio –y su posterior asesinato- ha generado dolor en Ecuador. Es el mismo lugar donde la presencia de grupos armados y disidentes de grupos guerrilleros colombianos -entre ellos el Frente Oliver Sinesterra y el tan recordado Walter Patricio Arizala, un narcoguerrillero ecuatoriano conocido como alias “Guacho” fallecido luego de un intenso y prolongado operativo de búsqueda- hasta hace poco generaba terror y se adueñaba de la esperanza de todos sus habitantes.
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Pero con el paso del tiempo, gracias al aumento de la presencia militar y de control en una zona peligrosa, se ha ido gestando un cambio positivo, cuya repercusión más grande se da en el rostro de los niños, quienes poco a poco comienzan a recuperar la alegría y la paz.
Así da cuenta un reciente reportaje a manos de El Comercio que hace referencia a la creación de una escuela de fútbol para niños impulsada por el coronel Milton Rodríguez, integrante del Ejército ecuatoriano que asumió el mando militar en la zona luego del secuestro de los periodistas.
“Con la ayuda del coronel (Milton) Rodríguez (jefe militar de la zona) los estamos llevando a una escuelita de fútbol a los niños y eso los mantiene entretenidos”, expresa a El Comercio Jonathan Quirola, el director de la escuela Mi Patria, el único centro de estudios de Mataje,
En ese lugar unos 80 niños concurren cada tarde y dos soldados hacen las veces de directores técnicos. Y es ahí donde la alegría y la paz se hace presente, pues todos pueden participar, todos “juegan mezclados”.
“Bienvenidos de nuevo a nuestro pueblo. Como pueden ver está cambiado, los niños están superando el momento crítico; poco a poco ya no hay el grado de violencia que tenían”, sentencia Quirola.
Pero si bien gana espacio la esperanza, las carencias y las amenazas siguen latentes, aspecto que hace levantar la voz de los locales para que las autoridades no se olviden de la zona y generen propuestas laborales y desarrollo para que el paso que se está dando con el futuro de los niños tenga cabida y futuro.
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Javier, Efraín y Paúl
Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra son los tres integrantes del equipo periodístico de El Comercio que desaparecieron el 26 de marzo de 2018 en la zona fronteriza con Colombia. En aquel momento su único objetivo era realizar un reportaje sobre las condiciones de vida de los pobladores de la zona, lugar que había sido afectado por tiempo atrás por atentados con explosivos.
Sin embargo, el desenlace fue el menos esperado, pues luego de la confirmación del secuestro de estas tres personas a los pocos días se anunció que habían sido asesinados a manos del Frente Oliver Sinesterra liderado por “Guacho”.
Desde aquel momento nada fue igual, pues el hecho generó fuerte conmoción tanto a nivel local como regional. Tanto sus familiares como allegados y hasta desconocidos han sido infatigables en cuanto a vigilias, oraciones y reclamos de justicia.
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En abril de este año se cumplió un año de aquella tragedia que hizo llorar a Ecuador. Los nombres de Javier, Efraín y Paúl siguen generando ruido por todas partes. Ojalá el rostro de los niños, que pudieron ir recuperando la alegría con el paso del tiempo en una zona marcada por la violencia, se transforme en signo de esperanza para que estas tragedias no se repitan nunca más.
Con información en base a El Comercio
Foto archivo