Un sacerdote puso en riesgo su vida para evitar que fueran consumidas por el fuego
Toda la estructura de la Gran Dama de París era una obra de arte en sí misma: su estilo gótico, sus hermosos rosetones, la gárgolas, su imponente órgano y las pinturas y esculturas dentro de ella.
Sin embargo, para los católicos del mundo, eran de especial preocupación las tres reliquias de Cristo que allí se encuentran como parte de su tesoro, sobre todo en plena Semana Santa: la corona de espinas, uno de los clavos con los que fue crucificado y un pequeño trozo de la cruz del calvario.
Y es que aunque las reliquias de los Santos son muy preciadas, las de Jesucristo son las más importantes de la cristiandad por ser los instrumentos de su Pasión.
La “buena noticia” dentro de toda esta tragedia es que tanto las reliquias como la mayoría de las obras de arte están a salvo (irónicamente, ayer 15 de abril también era el día mundial del arte); incluso las famosas esculturas de los 12 apóstoles de la fachada y las gárgolas, ya que éstas últimas habían sido bajadas de la estructura de la catedral la semana pasada como parte del proceso de restauración que se estaba llevando a cabo.
La túnica del Rey San Luis IX también era parte del tesoro y está fuera de peligro. Él fue el último monarca europeo que encabezó la cruzada para recuperar Jerusalén, logrando salvar varios tesoros religiosos de Tierra Santa en el siglo XIII.
La corona de espinas pasó por varias manos hasta llegar a la monarquía francesa. Luis IX construyó en el siglo XIII la Sainte Chapelle como lugar de veneración de la reliquia (a pocos metros de Notre Dame). Durante la revolución francesa fue resguardada en la biblioteca nacional y finalmente llegó a Notre Dame en 1801. Está dentro de un tubo de cristal y en realidad carece de espinas, ya que fueron fragmentadas en distintas iglesias (dos de ellas se encuentran en la Basílica de San Pedro en Roma).
El clavo viene del Santo Sepulcro y, según los historiadores, unos cristianos de Jerusalén se lo dieron al emperador Carlomagno en el año 799.
Estas reliquias de Cristo no están a la vista regularmente para los turistas, pero la corona es exhibida para los devotos que visitan París el primer viernes de cada mes a las 3:00 pm (hora de la muerte de Jesucristo) y el Viernes Santo en horario extendido.
Este año, sin duda, será distinto. Todavía se desconoce dónde serán reubicadas estas reliquias mientras se reconstruye Notre Dame y no se ha dicho si se exhibirán en otro templo este Viernes Santo.
Eso sí, tenemos que agradecer la valentía del padre Fournier, capellán de los bomberos de París, quien entró a la catedral en llamas para salvar la corona de espinas y el Sagrado Sacramento poniendo en riesgo su vida para salvar estos íconos y elementos invaluables de nuestra religión.