El dinero que te ahorras hoy puede ser el vaso de agua que no te tomas mañana
Bien dice el dicho que a veces “lo barato sale caro”. Las cadenas fast fashion fueron creadas con la idea de democratizar la moda, haciendo asequibles piezas que se veían en las grandes pasarelas y promoviendo la creación de nuevas fuentes de trabajo en países en vía de desarrollo. Así sonaba muy bien, pero esto no fue lo que ocurrió.
Ver una franela en 5 euros o un pantalón en 20 dólares ciertamente es más que atractivo para nuestro bolsillo, ¿pero te has puesto a pensar en las consecuencias que una aparente “simple compra” puedo traer para tu futuro y el de los tuyos? Sobre todo ahora que vienen las ofertas de primavera, ten en consideración estos factores.
Un tema humano
A veces es necesario pensar en quienes están del otro lado. Para producir una pieza de ropa tan económica, que aún le genere ganancia al empresario, la mano de obra tiene que ser sumamente mal remunerada. Peor aún, a veces se llega más lejos. Y sí, esto no es tema nuevo, pero suele ser peor de lo que se publica o lo que uno se puede imaginar.
Ya se han denunciado casos de explotación infantil, de acoso sexual, también las deplorables condiciones en las que trabajan muchos de los empleados o cómo algunos se ven “obligados” a trabajar únicamente para recibir un plato de comida al día, aprovechándose de su situación de pobreza extrema y/o falta de educación.
¿Derechos laborales? Eso ni se contempla. No hay permisos de maternidad ni de salud, por no hablar de las condiciones físicas de las fábricas donde trabajan. Recordemos el desplome de la estructura del Rana Plaza en Bangladesh en 2013, donde más de mil personas murieron y otras 2.500 resultaron heridas. Aunque es el accidente textil más grande de la historia, ocurren otros a menor escala todos los años pero simplemente nunca llegan a la prensa.
Incluso para los diseñadores que trabajan para estas empresas hay un estrés psicológico importante. Deben crear y crear colecciones, una tras otra, comprometiendo su creatividad y su capacidad de innovar para simplemente buscar ventas. No son premiados por su ingenio, sino únicamente por el dinero que generan, y a veces para lograr esto caen en el plagio de las grandes firmas o en el robo de ideas de pequeños emprendedores que no tienen las capacidades financieras para denunciar a una súper corporación.
Problemas de sustentabilidad
La rápida producción de piezas de las grandes empresas fast fashion también tiene un impacto negativo en el medio ambiente. El más significativo es el del agua. Sólo para producir algodón se necesitan cientos de galones de agua y, además, a eso súmenle los que se necesitan para luego teñirlo (sin contar los químicos contaminantes que se utilizan para ello).
Los estampados y los colores vibrantes suelen ser los que más nos llaman la atención y son los que justamente más desperdicio causan. De hecho, después de la agricultura, la moda es la industria más contaminante del planeta, con la diferencia que a veces se hace por simple gusto, tendencia o vanidad, no por alimentación que es una necesidad básica.
Otra cosa que pocos saben es que el poliéster, una de las telas más usadas, al lavarse en casa va perdiendo hilos que terminan llegando a nuestros océanos y se acumulan porque no son biodegradables, afectando la flora y fauna marina.
Si nosotros compramos ropa económica sin altos estándares de calidad, posiblemente tengamos que comprar mayor cantidad porque se daña más rápido; quizá no necesariamente impacte en nuestro presupuesto si la comparamos con una pieza de alta gama u orgánica, pero sí afecta el medio ambiente donde vivimos y eso atenta directamente contra nuestras vidas.
También por eso es tan importante rescatar la cultura de mandar a reparar nuestra ropa o aprender a coser cosas sencillas, para que en vez de botar una camisa porque se le cayeron tres botones, se los cambiemos nosotros mismos. Quizá no es lo más rápido o “práctico”, pero sí la decisión más sabia pensando en el futuro. Asimismo, puedes buscar otra manera de darle una segunda oportunidad a una pieza, bien sea reinventándola (un jean roto se puede convertir en un short), donándola o reciclándola.
Actualmente, quizá podemos gastar menos dinero anual en nuestra vestimenta, pero irónicamente tenemos más ropa en nuestro clóset o nos vemos en la necesidad de comprar más seguido porque hay una percepción de la ropa como algo “desechable”. También por eso es importante concientizar más sobre encontrar un estilo personal en lugar de seguir una moda, ya que esto último lo que te hace es comprar artículos sólo porque “están en tendencia” y no porque reflejen algo de tu personalidad.
Es cierto, es difícil dejar de comprar en estas grandes tiendas. La tentación es grande. Pero es hora de presionar para que estas empresas tomen medidas en la protección de sus empleados y en sus prácticas ambientales. La próxima vez que vayas a una de estas tiendas, chequea la etiqueta y pregúntate: ¿realmente vale la pena?