Los comuneros son multados por el uso de madera, pero el gobierno prevé habilitar la explotación petrolera Ubicada en el departamento boliviano de Tarija, la Reserva Nacional de Flora y Fauna de Tariquía se presenta como un lugar de maravillas en cuanto a sus serranías, valles y recursos hídricos.
A la vista, para los amantes de la contemplación, cualquiera pueda deleitarse con paisajes de ensueños donde sobresalen los relieves montañosos y sus bosques: un verdadero paraíso.
El lugar también se destaca por la existencia de ruinas de las misiones jesuíticas y dominicas en el interior de un área que actualmente ostenta el título de “área protegida”, un lugar que tiene más de 800 especies animales –el puma es uno de los más representativos- y más de 600 vegetales –ahí aparece el pino, por ejemplo-.
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Sin embargo, en medio de todas estas maravillas, este sitio tampoco está exento de paradojas. Efectivamente, en los últimos días trascendió, en base a un reportaje que publica El Deber, que mientras el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap) prevé multas para los comuneros que utilicen madera del lugar, el gobierno proyecta la explotación de hidrocarburos en el lugar.
Un caso que ha llamado la atención –reporta El Deber– es del anciano Andrés Gareca (71) un hombre que deberá pagar un monto considerable de dinero por haber utilizado la madera para una reja improvisada en su modesta casa.
Mientras el hombre, que apoya su mano en un bastón de madera, manifiesta su enfado señala con su otra mano el lugar a la entrada de la reserva donde el gobierno busca consolidar la instalación de pozos de exploración petrolera. Por otro lado, prosigue a modo de reflexión, se pregunta si quienes tienen previsto multarlo actuarán con la misma vara con aquellos –empresas transnacionales- que podrían destruir este lugar cargado de flora y fauna.
Esta situación, más allá de la aparente contradicción, ya ha generado resistencia a nivel local debido a que este tipo de acontecimientos no solo ha afectado a Andrés. Son muchos los comuneros que denuncian la imposición de una multa por el uso de madera a pesar de la necesidad de uso para la supervivencia.
“A muchos compañeros los multaron por utilizar la madera, pero no multan a la petrolera que vino a talar un espacio grande y que quiere contaminar nuestra reserva. Eso no es justo”, expresa la presidenta del Comité de Defensa de Tariquía, Elizabeth Estrada, en diálogo con ese medio.
“Nosotros no talamos, solo usamos parte de maderas para subsistir, para nuestras casas y por eso nos multan”, prosiguen otros comuneros.
Desde Sernap se ha defendido la postura adoptada con el argumento que la medida de multa responde a la normativa vigente vinculada a las áreas protegidas.
Entre otras cosas se recuerda, por ejemplo, que en Tariquía hay especies en peligro de extinción como el cedro y la quina.
Pero polémica no es menor y como trasfondo aparece la diferencia de criterios con respecto a los temas de conservación y situaciones que no son medidas con la misma vara.
En tanto, mientras todo esto acontece, la postura de los locales, que pertenecen a una zona rica en cuanto a biodiversidad, pero también con pobladores campesinos muchas veces olvidados por parte de las autoridades competentes, es seguir defendiendo la zona para que sus hijos no tengan que lamentar en un futuro inmediato tener que tomar agua de ríos contaminados debido a la explotación petrolera.
“Si tenemos que morir acá, lo haremos en defensa de nuestro territorio”, exclaman algunos.
Hasta aquí parte de lo que aqueja a la gente de Tariquía, un lugar bellísimo, pero que como todo “paraíso terrenal” no está curado de paradojas y contradicciones.
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