Encontrar un equilibrio entre los compromisos laborales y la vida privada no es tarea sencilla. Con el tiempo he comprendido que no es tanto el tipo de trabajo que haces, sino el lugar que ocupa en tu vidaEncontrar un equilibrio entre los compromisos laborales y la vida privada (casa/afectos) no es una empresa fácil. Y aunque por un lado creo que en el centro de la vida está la necesidad de vivir una vida afectiva plena y madura, al mismo tiempo, la velocidad del mundo del trabajo ha cambiado tanto que los equilibrios a menudo tambalean… y para mí, a menudo ha sido así.
Lo digo (y mi mujer es testigo 🙈): durante años y años he luchado para alcanzar este equilibrio. Me puse normas, tiempos, plazos, despertadores y de todo… ¡pero nada! Lo mejor que pude hacer ha sido romperme una pierna, pero esta es otra historia. El hecho evidente es que encontrar un buen equilibrio entre familia y trabajo, vida privada y compromisos, amor y ambiciones no debe darse por supuesto.
Hay que estar siempre alerta, con las orejas puestas, para readaptar el comportamiento a las situaciones externas. De hecho, basta con un compromiso o con un imprevisto en casa (tipo bebé llorando…), para poner el precario sistema de equilibrios en graves dificultades.
En mi experiencia personal lo que he aprendido es que es inútil establecer normas rígidas (especialmente para quien tiene responsabilidades o vive en el mundo freelance). De hecho, una norma rígida difícilmente es capaz de gestionar lo imprevisto. Lo que consigue afrontar las situaciones imprevistas es tener un orden de prioridades claro: una especie de regla de vida.
La vida ordenada
Es decir: depende de qué pones en primer lugar.
La clave aquí es que el orden es lo que define las prioridades, y que permite encontrar -precisamente- un equilibrio. El orden gestiona bien lo imprevisto porque frente a algo que no esperas, tendrás siempre una brújula clara que te dice qué es lo que necesita absolutamente tu atención en ese momento. Y aquí se encuentra también todo el quid de la cuestión: ¿cuál es el orden de tu vida? ¿Qué es lo que tiene más importancia a nivel absoluto?
¿Nunca has visto situaciones en las que el papá está siempre fuera, absorbido por mil compromisos, con el estribillo de fondo de… sí, es cierto que no está nunca, pero lo hace por la familia (!)?
¿Es una broma?
Se lo puede decir mi mujer, y junto a ella un ejército de mujeres de todo el mundo y en todos los idiomas, que nada hay más importante que un marido presente y que un padre presente. (¡Lo mismo vale para las mamás!)
Tienes que entender que esto no es cuestión de encontrar alguna técnica para mejorar el equilibrio entre vida privada y trabajo, sino que ir al fondo de tu vida para comprender qué es lo que cuenta de verdad para ti: qué es lo importante de verdad.
Si el trabajo está en primer lugar, entonces es coherente someterlo todo a las necesidades del trabajo. Por tanto, pasan a segundo plano una relación, tus intereses, incluso la familia.
Pero cuando decides que la relación con tu mujer y con tu familia están en primer lugar, entonces también el trabajo se somete a este orden. En consecuencia, tu felicidad dependerá mayormente de la calidad de la relación con la persona que tienes al lado, más que con los logros laborales (¡que seguramente serán siempre bien aceptados!). En un sistema ordenado existen límites variables y, en un momento de fuerte tensión, el trabajo podría tomar espacios y tiempos que normalmente se dedican a la familia, y viceversa.
Lo extraordinario, pero que yo había siempre minusvalorado, es que nuestra propensión al trabajo o a las relaciones no es innata, sino que depende muchísimo de nuestra historia. O sea: es que nosotros encontramos más satisfacción en el trabajo porque… somos así. Sino porque hemos sido educados así. Abrir los ojos a esta realidad nos permite elegir de forma libre e independiente de nuestras inclinaciones naturales (entendido como propensiones espontáneas).
Esta conciencia nos permite hacer una elección en base a lo que consideramos realmente importante en nuestra vida. Hecha la elección, vendrá el momento de ponerse en camino para construir esa escala ordenada que nos permitirá encontrar el equilibrio entre casa y trabajo.
El punto, por tanto, es elegir.
Desde allí, todo viene en consecuencia.
Es un camino
Antes de esta increíble aventura de 5pani2pesci, yo era profesor de Física en la Universidad de Friburgo. Trabajé en el mundo de la investigación durante más de 10 años, ¡y (¡vaya!) si he estado en crisis por no poder lograr un equilibrio entre trabajo y vida privada!
Los compromisos y las tareas, parecía que yo era succionado cada día en un remolino de cosas que requerían constantemente mi atención. Y no solo esto. Mi cabeza estaba siempre absorta en problemas relacionados con el trabajo, y me costaba muchísimo desenchufarla.
Pero el hecho es que tenía claro que el trabajo no podía darme esa plenitud y ese deseo de amor que hay en mi corazón, que me hace pleno y me lleva a la felicidad. Para mí este es un hecho. Basta mirar en el interior, basta ver a las personas en su puesto de trabajo, basta ver a los grandes “hombres de éxito” (que quizás se hayan divorciado, tengan problemas con el alcohol y las drogas, etc…) para comprender que en el trabajo no está la respuesta a nuestra felicidad.
Al mismo tiempo, está claro que el trabajo es un gran medio de edificación (¡un servicio! 👍) para uno mismo y para la comunidad. Es fuente de sustento, además de la manera práctica como a menudo damos nuestro aporte al mundo. Una contrición que sin embargo puede absorber la mayor parte de nuestras energías físicas y psíquicas.
La cuestión es seria y nos jugamos nuestra felicidad.
Con el tiempo he comprendido que no es tanto cuestión del trabajo que haces, sino de cómo el trabajo toma un lugar en tu vida, en términos de prioridad, satisfacción y ambiciones personales.
Lo repito, es un camino, pero la clave es poner orden en el corazón. Si el trabajo es prioritario, o si no logramos despegarnos del trabajo, o toma una parte demasiado amplia en nuestra vida, esta es una señal de alarma.
Por tanto, nos toca a nosotros acogerlo y empezar a trabajar en nosotros mismos (¡hacer un camino!) para poner orden en nuestro corazón.
Artículo cedido a la edición italiana de Aleteia, traducido y adaptado al español por la edición española de Aleteia