4 pasos hacia la experiencia profunda del amor y el perdón
En ocasiones, nuestras heridas emocionales y espirituales nos pueden hacen débiles e inclinar a alejarnos de Dios. Es como una persona que tiene un sistema inmunológico bajo y que es más propensa a adquirir cierto tipo de enfermedades.
Esto se marca mucho en el tema de la afectividad. Si una persona tiene ciertas carencias afectivas que vienen desde su niñez obviamente eso no es pecado. Pero sí tendrá la tendencia de buscar el amor humano de una manera que la puede llevar a pecar.
La sanación interior, según Fray Nelson Medina, tiene 4 pasos principales:
1. Reconocer
Dar el paso del reconocimiento es como decir: “sí, necesito ayuda”.
Darme cuenta de los síntomas. Si de manera continua me falta alegría o paz es que hay algo interior que sanar.
Puede llegar a ser muy difícil descubrir las heridas emocionales por soberbia y ego. Eso de reconocer que no soy tan bueno ni tan perfecto me resta puntos ante el mundo.
Reconocer las heridas requiere de un acto profundo de humildad, pero una vez reconocidas está más de la mitad del camino recorrido. Y esto cuesta trabajo porque nuestra tendencia como personas es a justificarnos.
En general, a los hombres en especial suele costarles más trabajo reconocer sus debilidades o heridas porque algunos creen que eso les resta hombría o demuestran debilidad. A las mujeres les suele costar especialmente mirarse al espejo. Alguna al verse algún defecto cree que es fea.
Entonces, así como nos cuesta mirarnos al espejo y reconocer eso que no me gusta, también nos cuesta mirarnos interiormente y darnos cuenta de que tenemos heridas. Se da como una negación de la realidad.
Incluso libera reconocer que hay en mí malos sentimientos. ¿Cómo puedo reconocerlos? Simplemente piensa en esas personas que tú preferirías no ver o por las que rezas: “Dios mío elimínalo, no perdón ¡ilumínalo!”.
Esas personas que quizá tú tienes canceladas de tu vida y a las que de alguna manera les estás dando poder sobre ti, sobre cómo te vas a sentir y tu estado de ánimo…
Cuando uno hace todo por evitar a una persona, es posible que en el fondo lo que sienta es miedo. Y muchas veces no es que sintamos miedo a la persona, sino a lo que esa persona representa o a lo que vivimos con ella.
Aquí el milagro es recordar serenamente aquello que vivimos con esa persona, que ya no nos altere. Entonces cuando uno empieza a reconocer “yo tengo un sentimiento de miedo con tal persona o de rencor con otra persona, me siento acomplejado o inferior”, esto ya es un gran paso que me lleva al principio de la sanación.
Y esto, mejor que vivirlo nada más en el plano psicológico o humano, es vivirlo de cara a Dios.
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