La búsqueda de la distancia correcta en la pareja puede ser compleja. Entre las heridas y los temperamentos de cada cónyuge, a veces es difícil encontrar un equilibrioUn día estaba hablando con una pareja sobre la posibilidad de que surgiera desacuerdo entre ellos. Él respondió apresuradamente: “¡No pondrás una hoja de papel de cigarrillo entre ella y yo! Defendió su unidad, a riesgo de rechazar la diferencia.
¡Pregunta sensible, la de la distancia entre dos personas que se aman! Hablar sobre la distancia puede preocupar a quienes han experimentado abandono, separación o ruptura. A mucha gente le sucede. Mantener o establecer una distancia se vuelve aterrador para estas personas, porque asocian esta palabra con el temor de ser rechazados o de causar indiferencia. Lo cual es muy hiriente.
Curar las heridas
Frente a este miedo, uno oscila entre dos actitudes protectoras paradójicas: mantener al otro a distancia, creyendo así evitar una nueva herida, y al mismo tiempo, sin querer, provocarla de nuevo. O sofocar al otro siendo posesivo hasta el extremo por miedo de perderlo. Estos comportamientos son difíciles de reconocer y corregir, porque requerirían que la herida involucrada se desinfecte de alguna manera. Esta curación lleva mucho tiempo, requiere un diálogo paciente, humildad, tal vez perdón, a veces un acompañamiento.
La cuestión de la distancia correcta bien podría llamarse la cuestión de la proximidad correcta. Por lo tanto, hay distancias que suponen dudas, miedo o falta de valor para dialogar, o sensación de asfixia frente a un cónyuge demasiado posesivo.
Por ejemplo, ¿qué motivo me lleva a preferir las pantallas, el trabajo o incluso la religión a la compañía del otro? ¿Es esta actitud mi manera de evitar una intimidad perturbadora, un conflicto, o mi impotencia ante un problema? Cuando no sé cómo salir de estos esquemas tan profundamente grabados en mí o en el otro, ¿me he planteado si necesito ayuda psicológica, mediación o acompañamiento matrimonial?
Pequeños ejercicios diarios
¡Y hay distancias que son proximidades! La elección de sacar a la luz (y quizás también a un terapeuta) mis deficiencias emocionales, para hacer que no desgasten (demasiado) a mi pareja, es una forma de distancia, que puede liberarnos a los dos. otra. Al renunciar a estar atados por nuestras heridas, nos acercamos al otro de una manera diferente: cada uno sale de sí mismo para conocer al otro por sí mismo, y no como el que tiene que curar mis heridas.
Elige dejar que el otro sea él mismo, no interfieras en su viaje interior, respeta su libertad de acercarse sin ser forzado, renuncia a ser posesivo, a sofocar al otro. Déjale expresarse o tener una iniciativa personal, lo está redescubriendo. Tantos pequeños ejercicios diarios, que no tienen nada que ver con frialdad o indiferencia, sino, por el contrario, con un interés real por la persona compleja con quien vivo y por la persona compleja que soy.
Me gusta esta frase de un hombre casado durante mucho tiempo: “Trato de respetar la distancia necesaria para que ambos nos busquemos. Una distancia elástica que no pierde el contacto real. Un contacto abierto a sorpresas, diferencias y cambios.
Sophie Lutz