Aleteia logoAleteia logoAleteia
sábado 20 abril |
Santa Inés de Montepulciano
Aleteia logo
Estilo de vida
separateurCreated with Sketch.

Mis miserias, ¿valen algo?

shutterstock_2266504581.jpg

Shutterstock / shisu_ka

Conocer nuestras miserias no nos hundirá si somos humildes.

Orfa Astorga - publicado el 19/02/19 - actualizado el 25/02/23

"En nuestro consultorio, en ocasiones tratamos con quienes han tenido duras experiencias vitales que les han ocasionado mucho sufrimiento y dolor. En tales casos, no queda sino consolar a quienes sufren y ayudarles en lo que está de nuestra mano para que sean capaces de encontrar el sentido a su vida en el momento tal vez más importante y decisivo". Son palabras de la terapeuta Orfa Astorga, colaboradora de Aleteia y autora del artículo

Solicitó mis servicios una familia que se planteó el dilema de atender a un hombre enfermo, paralítico y desprovisto de todo lo que alguna vez tuvo: juventud, salud, familia, medios materiales… Un hombre que, en su día, les abandonó sin más consideraciones.Aun así, estaban dispuestos a recogerle, atenderle y ayudarle, pero él se negaba a recibirles al no aceptar su estado de invalidez y como forma de autocastigo.

Entonces, me presenté en su casa, me recibió con la más fría mirada y me dijo con rostro inmutable:

“Nada puede hacer por mí. ¡Lo último que deseo es lástima! Si ya no soy dueño de una buenavida, puedo serlo de mi soledad. Así que ya se va regresando por donde vino”.

Le hice varias visitas en las que intentó herirme inútilmente.

Pero al cabo de un tiempo, aceptó algunos obsequios y conversar de forma inteligente sobre aspectos vitales como su lugar de origen, las características de dicho lugar, esto o lo otro. En algúnmomento le pregunté si deseaba asistencia espiritual, pero la rechazó, agregando lo que en su niñez su madre le había enseñado y ahora recordaba con cierta nostalgia: Dios es bueno.

Yo le aclaré que lo más importante es que cuando se presentara ante ese Dios bueno, lo haga como hombre que supo limpiar su alma, y nada hay que se lo impida.

“¿Nada?”, me preguntó  con tono de amarga pesadumbre. “Usted no sabe del daño que he hecho a mi familia y a mí mismo”.Cada vez más confiado, abrió su alma poco a poco, mientras yo procuraba darle armas espirituales para la lucha que intuía que se estaba desarrollando en su interior.

Le comenté que es cierto que todos nosotros, por profundas que sean nuestras miserias, debemos rechazar la tristeza que nos producen porque solo causan abatimiento, desánimo, resentimientos y amargura.

— ¡Vaya, de eso sí tengo experiencia! —dijo en un murmullo.

—Tanto mejor,pues ya es capaz de reconocer que vale la pena evitar el duro sufrimiento moral de repetir errores.

Los siete escalones que conducen a la paz

— ¿De qué me habla?

— De encontrarle un verdadero sentido a la situación por la que pasa. Le propongo que se imagine que desea subir por una escalera y en el último escalón estála humildad. Es el peldaño que le dará paz.

— Deseo la paz pero me cuesta mucho porque siempre he sido un soberbio.

— Bueno, eso significa que está empezando a dejar de serlo, que está cambiando y puede subir por los peldaños.En el primer escalón debe aceptar su responsabilidad en los hechos equivocados de su vida sin asombrarse porque errores los cometemos todos. En el segundo escalón reconozca cuando actuó mal con plena libertad y hágalo sin dar cabida al desánimo.

— Pero…¿de qué sirve si ya no puedo enmendar nada? Solo me sentiré un miserable…

— Por eso le consejono desanimarse.En el tercer escalón, debe aceptar la humillación que el conocimiento de sus miserias le produce.

— Eso me duele más que mi invalidez. Tan es así quepensando en mis miserables culpas, me acuerdo de las oraciones que de niño me enseñó mi madre, y las digo como escuchando mi voz en mi interior, pues no me animo a decirlas con mi boca podrida.

— Cuarto escalón: darles un valor a sus miserias, reconociendo que Dios no vino por los justos, sino por lo pecadores,y sus miserias pueden ser oportunidad para hacer brillar su misericordia.Sus propias miserias son su oportunidad. Quinto escalón: confiar en la misericordia divina. Dios acoge a los humildes y rechaza a los soberbios. Por último, sextoy último escalón descubre que para corresponder a la misericordia divina, debe pedir perdón a quienes ha ofendido, y si eso no fuera posible, aun le queda el recurso de pagarles ofreciendo sus sufrimientos por el bien de ellos.

—Siendo así ya no me siento miserablepues estoy dispuesto a ofrecer mis sufrimientos por ese motivo, pero pedir perdón a mi familia aunque ¡ya no querrán ni verme! ¡Ya no me quieren, entiéndame de una vez por todas!

Antes de la última visita, me comuniqué con su familia y cuando me presenté con ellos, enmudeció y gruesas lágrimas resbalaron por su rostro. Me retiré al percibir el momento de una intimidad familiar mágicamente recuperada.

La cura médica del alma consiste en habilitar internamente al enfermo para que aprenda a aceptar lo inevitable, lo que corporal o psicológicamente ya no tiene remedio a través de un tratamiento. Aceptarlo como un destino ante el cual solo puede importar la forma en que se asume, como se soporta, como se sufre un sufrimiento en un verdadero acto de fe cualquiera que sea el credo de la persona.

Por Orfa Astorga de Lira

Escríbenos a: consultorio@aleteia.org

Tags:
autoconocimientoconsultoriodolorerrorfamiliaperdonsufrimiento
Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.

ES_NEW.gif
Oración del día
Hoy celebramos a...




Top 10
Ver más
Newsletter
Recibe gratis Aleteia.