Carmela comenzó a diseñar estilosos turbantes al comenzar con una enfermedad que no le ha quitado las ganas de comerse el mundo
Carmela estudia Arquitectura en la Universidad de Belgrano, en Buenos Aires. Oriunda de Bahía Blanca, acudió a un centro médico porque creía que tenía un bronquioespasmo no curado. Los estudios revelaron que el motivo de su malestar no era ese, y que había un tumor entre su corazón y su pulmón. Con los estudios complementarios, llegaría el diagnóstico final: linfoma de Hodgkin. El tratamiento: quimioterapia.
Ante la posible caída del pelo producida por ese tratamiento, Carmela fue a la peluquería y se hizo hacer con su pelo una peluca. Su cabellera llegaba hasta su cadera. Era su orgullo. Ante ese escenario, y para sentirse más segura, podría usar accesorios. Su psicóloga de hecho le prestó turbantes que ella misma había usado en una situación similar. Pero como Carmela no se hallaba con esos estilos, buscó tela vieja, diseñó unos turbantes y vinchas propios, y los mandó a confeccionar.
Durante el verano, después de que sus amigas los vieran y le preguntaran dónde los había comprado, nació su empresa “Las Cholas”. “Ahí fue cuando me di cuenta que podía hacerlas y venderlas, hacerme un bien para distraerme y ayudar a otras chicas”, expresó en una entrevista a Infobae el año pasado.
Desde entonces, puso en marcha un emprendimiento que lleva adelante y que complementa con sus estudios, próximos a culminarse. Compra las telas, y diseña vinchas que sirven no sólo a mujeres con peluca, sino también para quienes tengan el pelo muy corto. Además, sus turbantes son un accesorio ideal para quienes hayan tenido que rapar toda su cabellera. Sin embargo, como ella misma describe, Las Cholas nació para mostrar que los turbantes, vinchas y pañuelos no son marca registrada del cáncer.
“Sí, no lo puedo negar, el cáncer me sacó mi amado y kilométrico pelo, un par de kilos, la energía de hacer mil cosas por día y varias cosas más. Pero lo que no me sacó y nunca me va a poder sacar son mis ganas de querer comerme el mundo. Me hizo entender que yo no soy mi pelo, ni mi peso, ni mi físico, ni mi cara. Que soy mucho, muchísimo más que eso. Que depende de mí mirarme al espejo todos los días y saber que yo puedo hacer todo lo que me proponga. Vestirme con lo que quiera, maquillarme aunque sean las dos de la tarde, agarrar cualquier pañuelo, enroscármelo en la cabeza y salir a la calle sintiéndome lo más”, escribe en la página web de Las Cholas , desde la que le hacen pedidos de turbantes y envía por todo el país
“Nada te hace más linda que ser valiente y estar segura de vos misma”, dice Carmela. Sus diseños, su moda, su vitalidad, pueden seguirse también a través de su cuenta de Instagram.
Un día hace menos de dos años, Carmela recibió una pésima noticia. Lloró. Pero se puso de pie y puso en marcha un emprendimiento con el que vende más de 100 prendas por mes. Se hace bien, y hace bien a los demás.