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«No creo en la espontaneidad», dice Olivier Florant a Aleteia. «Cuando estás casado y eres un hombre de familia, cuando estás estresado, o preocupado por tu trabajo, si no planeas espacios para los momentos románticos y sexuales, ¡entonces ya no haces el amor! ¡Estamos demasiado cansados para ello! Según él, la sexualidad requiere tomarse su tiempo.
«Si queremos que la sexualidad sea una expresión de amor interpersonal, hay que darle su tiempo, de lo contrario se reduce a un coito higiénico rápido. Por eso, recomienda a sus pacientes que se reúnan una hora y media a la semana. «Esto permite que la pareja se sitúe, discuta, primero, para ponerse en contacto de alma a alma, para establecer un buen contacto emocional, para mostrar que estamos interesados en el otro.»
Una historia sobre calentadores de agua
Para él, en el campo de la sexualidad, la espontaneidad no significa mucho, y he aquí por qué. Él compara el deseo masculino con un calentador de agua a gas, listo las 24 horas del día, y el deseo femenino con un calentador eléctrico, que debe calentarse previamente. Entiendan la idea. En el hombre, se trata más de la regularidad del deseo que de una espontaneidad repentina, y en la mujer, hay que tomarse el tiempo para reavivar el deseo, por lo que ya no se trata de una verdadera espontaneidad.
«Cuando estamos enamorados, lo que siempre nos falta son el momento y el lugar para reunirnos. Cuando tenemos hijos, empleos con horarios excesivos, ya no podemos improvisar, por lo que se hace necesario programar», concluye Olivier Florant.
Por no mencionar que planear los momentos íntimos con nuestra pareja no coloca a uno ni otro en la desagradable posición de aquel que mendiga por el afecto y por tener ese encuentro sexual que tanto desea.