Se trataba de uno de los acuerdos de control de armas nucleares más importantes de la historiaHace unos meses, para ser más precisos el 20 de octubre del año pasado, el presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, amenazó con dar por terminado el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés). Se trata de uno de los acuerdos de control de armas nucleares más importantes de la historia.
En esa fecha, el presidente Trump argumentó que el gobierno ruso violaba el Tratado INF –por el misil de crucero 9M729, producido en 2014 y desplegado por Rusia en 2017–, y que, por lo tanto, Estados Unidos tenía la intención de salirse del acuerdo.
Si Rusia no cumplía con los términos del Tratado, declaró Trump, su país tampoco lo haría; lo que, en la práctica, significaba volver a producir las armas nucleares que Estados Unidos dejó de desarrollar por causa del tratado firmado con la Unión Soviética en diciembre de 1987.
Se cumple la amenaza
El 2 de febrero de este año, Trump hizo efectiva su amenaza, y comunicó, por medio del Secretario de Estado, Mike Pompeo, que Estados Unidos suspende su participación en el Tratado INF. De acuerdo a Pompeo, Rusia continúa incumpliendo el Tratado y, como consecuencia, Estados Unidos comienza el proceso de salida.
Poco después, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, hizo lo propio y anunció, como represalia, que su país también suspende el cumplimiento de las obligaciones emanadas del Tratado. De acuerdo al mandatario ruso, quien incumple el Tratado es el gobierno norteamericano, debido al sistema de defensa de misiles instalado en zonas estratégicas de Europa.
De esta forma, en menos de seis meses, las dos mayores potencias nucleares del planeta dinamitaron una de las pocas barreras que previenen la proliferación de armamento nuclear. Lo que empezó como una “luna de miel” entre el gobierno de Trump y Rusia, desencadenó en una pesadilla: el mundo podría entrar en una nueva carrera armamentista de temibles consecuencias.
En breve: el Tratado INF
La firma del Tratado INF fue un momento crucial en la historia del control de armas nucleares. En diciembre de 1987, Ronald Reagan y Mikhail Gorbachev acordaron eliminar, de forma permanente, todos los misiles, tanto nucleares como convencionales, que tuvieran un alcance de entre 500 y 5.500 kilómetros.
Fue la primera vez en la historia que las dos superpotencias nucleares acordaron reducir su arsenal nuclear, eliminar una categoría entera de armas nucleares y realizar inspecciones de sitio que garantizaran el cumplimiento del Tratado. Como resultado, Estados Unidos y Rusia destruyeron 2.692 misiles de alcance corto, mediano e intermedio.
Una vez desintegrada la Unión Soviética, algunos de sus antiguos Estados satélites entraron a formar parte del Tratado: Bielorrusia, Kazajistán y Ucrania. Asimismo, los países europeos, que contaban con misiles de esta clase, han venido cumpliendo, de forma voluntaria, con los términos del Tratado: Alemania, Hungría, Polonia, Eslovaquia, Bulgaria y República Checa.
Como consecuencia, ningún país Europeo, ni Rusia, ni Estados Unidos cuentan, al día de hoy, con misiles de alcance intermedio. Esto significaba, hasta antes de la suspensión del Tratado INF por parte de Rusia y Estados Unidos, uno de los pilares de la paz mundial y una forma muy efectiva de desincentivar la proliferación de armas nucleares.
¿Una nueva Guerra Fría?
El fin del Tratado INF abre una nueva era. Al concluir el Tratado –la salida de los países firmantes quedará firme una vez transcurrido un periodo de seis meses a partir de la fecha de suspensión–, Rusia y Estados Unidos tendrán plena libertad para desarrollar, probar y desplegar misiles convencionales y nucleares de alcance intermedio.
En la práctica, esto podría significar un nuevo rearme nuclear de las dos superpotencias, con misiles desplegados en puntos estratégicos: Estados Unidos colocaría misiles en sus bases europeas apuntando a Rusia, y Rusia colocaría misiles apuntando a todas las grandes capitales europeas. Europa volvería a ser –como lo fue en la Guerra Fría– el terrible tablero del juego nuclear.
Pero a diferencia de la Guerra Fría, hay nuevos –y muy poderosos– actores nucleares. En particular, China. Una vez terminado el Tratado INF, es muy probable que Estados Unidos despliegue misiles de alcance intermedio en sus bases de Japón, apuntando a territorio chino. En represalia, China hará lo propio, apuntando sus misiles a Japón y a bases estratégicas de Estados Unidos, como Guam.
Lo que se puede esperar
A pesar de que las esperanzas de salvar el Tratado INF son cada vez más escasas, aún queda la posibilidad de que Rusia y Estados Unidos se reconcilien en el periodo de salida. Esto podría encauzar, con mayor fuerza, el control de armas nucleares a nivel mundial, presionando a China para que se una al acuerdo y elimine sus misiles de alcance intermedio.
Sin embargo, este panorama se presenta como poco probable. Las posiciones de Rusia y Estados Unidos están cada vez más alejadas, y China no parece estar dispuesta a poner un freno a su expansión nuclear. Es más, el previsible fin del Tratado INF podría sentar las bases para no prorrogar el Tratado New START, el cual expira el 5 de febrero de 2021.
El New START es el acuerdo de desarme nuclear más importante del mundo. Gracias a este acuerdo, Rusia y Estados Unidos han tenido que reducir, en los últimos siete años, treinta por ciento de su arsenal nuclear. Esto ha permitido disminuir de forma considerable el número de cabezas nucleares en el mundo.
Sin el Tratado INF y sin la prórroga del New START, no habría ningún freno para evitar una nueva, más temible y más tecnológica Guerra Fría. Y, como bien nos enseña la historia reciente, una Guerra Fría porta en su vientre la semilla del Apocalipsis.
Hace unas décadas la semilla no germinó. Nada nos garantiza que esta vez no lo haga.