Un anciano cura ecuatoriano a punto de morir por un bloqueo del corazón fue el primer beneficiado con el aparato ideado por un bogotano que sin ser médico es respetado por científicos de todo el mundo
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Jorge Reynolds ha dedicado 61 años de su vida al corazón humano. En 1957, recién llegado a Bogotá, graduado como ingeniero electrónico del Trinity College, en Cambridge, Inglaterra, decidió que su vida era el corazón, no el suyo ni el de los enamorados, sino “el de los enfermos por arritmias y bloqueos que en muchos casos eran mortales”.
Al observar esos dramas humanos en lugares como la Clínica Shaio y en la Universidad Nacional, se propuso estudiar a fondo el corazón. Allí concluyó que “por ser un sistema eléctrico, el corazón ocasionaba problemas eléctricos que debían solucionarse con la electrónica y no por medios farmacéuticos”.
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