Hace años que los expertos detectaron que no leemos igual los textos en papel que en la pantalla digital. Y para afinar más en saber cómo los medios de comunicación han de proponer sus páginas, siguen apareciendo estudios que indican nuestra personalidad dentro de las webs.
El más reciente corresponde a Chartbeat, plataforma de análisis de contenidos digitales, que ha dividido la fauna lectora de medios en 6 especies:
- Lectores (17%): se desplazan por la página y además interaccionan.
- Lectores largos (20%): se desplazan en profundidad por la página y además interaccionan.
- Rebotados (22%): llegan, no interaccionan y abandonan rápidamente la página.
- Ociosos (19%): pasan mucho tiempo con el artículo pero no interaccionan.
- Superficiales (3%): interaccionan, pero pasan poco tiempo en la página.
- Escaneadores (19%): se desplazan por la página (scroll) a una velocidad más rápida que la lectura real.
Curiosamente, el grupo Nielsen Norman ha realizado otro estudio complementario en el que percibe que las historias largas captan el doble de atención que las historias cortas. Hablamos de 123 segundos frente a 57 segundos. Y lo que también se ha descubierto es que quien repite un medio de comunicación, se queda 5 minutos, es decir, el doble de tiempo que empleó la primera vez.
Los expertos insisten en que con internet leemos más tiempo, aunque lo hacemos de forma fragmentada. Pero eso no significa, parece ser, que haya un “picoteo” porque manifestamos regresar al sitio que nos gustó y quedarnos ahí por más tiempo.
Como siempre, los análisis cuantitativos nos “colocan” en 6 cajones, pero falta saber cómo afecta la calidad del texto a esos deseos de unirse al medio de comunicación y confiar en él. Todos sabemos que los seres humanos vivimos en la experiencia y eso hace que repitamos programa de televisión, restaurante y amistades, siempre y cuando hayamos estado a gusto.
Resulta prometedor para los medios de comunicación saber que el internauta no tiene miedo a que le presenten historias largas siempre que sean suculentas y le hagan crecer interiormente. Sería algo así como pensar que también existen lectores de “New Yorker” entre las futuras generaciones digitales, lo cual de paso beneficia al mundo de la literatura porque así los jóvenes talentos se pueden medir “en vivo” ante el público.
A Chartbeat le queda ahora por elaborar una división de lectores de medios según su capacidad crítica: charlatanes, investigadores, recelosos, críticos proactivos… Eso obliga a hacer estudios cualitativos, que son más profundos pero que dan idea del valor que concede el público a la calidad y la veracidad.
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