Conversar, meditar, caminar, pintar, tocar algún instrumento,... Hay algo que lo hace todo nuevo
Supongo que si lees artículos de esta página es porque de alguna u otra manera quieres vivir tu fe. Puede ser que seas un católico practicante o uno que no sabe bien qué hacer. Lo que está claro es que quieres intentar fortalecer tu relación con Dios.
Seguro no estás de acuerdo con muchas cosas de la Iglesia, seguro que prefieres no ser uno de esos que solo siguen reglas, seguro también te has sentido culpable por algunas cosas que has hecho y esa experiencia no te gusta, sientes que no te hace bien y has preferido dejar tu vida como está para no sentirte así…
Seguramente intentaste por tiempo suficiente ser un poco diferente a tus amigos y poner en práctica esa frase de “estar en el mundo pero no ser del mundo”, como si fuera una respuesta programada para la definición de creer y seguir a Jesús.
Pero has crecido y la vida es diferente ahora para ti.
Por eso la ambigüedad de esta afirmación termina por desanimarte y no encuentra un camino válido pues has concluido simplemente que este concepto es imposible de aplicarse a la vida. Estás en el mundo y no puedes negarlo.
Tu vida hace parte de este mundo. Puede que sus ideas no te dominen, puede que tengas valores en tu forma de vivir y seas una persona buena… entonces, ¿de qué se trata eso de ser cristiano en la vida cotidiana?
He pasado mucho tiempo reflexionando, he hablado con mucha gente y, si bien no tengo todas las respuestas, he logrado armar este rompecabezas con algunas ideas que pueden ayudarte a vivir tu fe ahí en medio de la rutina del trabajo, del estudio, de las relaciones y en los momentos de la vida misma, aun cuando estés un poco alejado de la Iglesia.
Antes de armar las piezas quiero comenzar diciendo que es un camino bien normal, apto para cualquiera.
Todo parte de que –como todas las cosas en la vida- vivas una relación de amor.
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