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“Mi padre, más que exigir a sus hijos, se exigía mucho a sí mismo”

FATHER

Halfpoint - Shutterstock

Orfa Astorga - publicado el 02/01/19

Un testimonio inspirado del consultorio familiar de Aleteia

Mi padre, encontrándose en la madurez de su edad, murió de improviso. Me duele aun su muerte, pero más me duele no haberme esforzado por amarlo aún más a través del trato personal, y manifestándoselo.

Lo comprendo ahora que soy padre, consciente de que espero y necesitaré siempre del amor de mis hijos.

En mi pena, reconozco con admiración que mi padre fue alguien que, no a pesar, sino a través de sus defectos y limitaciones, luchó por ser fiel ante cada nueva circunstancia de su vida a los firmes compromisos de amor y justicia que adquirió un día, y ese fue para sus hijos su mayor legado.

Quien así se expresaba, solicitaba al Consultorio familiar de Aleteia ayuda para superar sentimientos de pérdida y arrepentimiento, ante lo que consideraba hechos irreparables, que le hacían sentir mal en su consciencia. Ocupado en tantas cosas, no se había dado el tiempo suficiente para convivir con su padre como pieza insustituible de su vida.

— ¿Qué es entonces lo que espera del amor de sus hijos que no supo vivir con su padre? —Le pregunté.

—No me siento aun con derecho a encontrar esas respuestas, cuando ante todo debo preocuparme por ser un buen padre, como lo fue el mío —contestó.

—Bien —le propuse—,entonces hábleme del legado de su padre, pues es ahí donde se encuentran las respuestas a mi pregunta, y es ahí donde se encuentra también el aprendizaje por el cual usted puede ser capaz de vivir muy bien su paternidad, honrando su memoria, lo que le hará sanar sus sentimientos de culpa.

El consultante, apoyado en el diálogo, volvió a sus ojos a ricas experiencias familiares, siendo capaz de descubrir conlucesnuevas, valiososaspectos de la relación paterno filial que a los hijos suele pasar desapercibidos, hasta que ellos mismos llegan a la madurez, que les da la condición de convertirse,a su vez, en padres.

Aquí algunas de ellas:

  • Fuimos cuatro hermanos, y mi padre nos trataba a cada uno como si fuéramos el único hijo, por lo que nos conocía, comprendía y exigía de manera diferente, siendo el suyo un amor muy personal por el que jamás nos puso como condición que lo amaramos, para él amarnos más.
  • No nos educó recurriendo al temor, sino al amor y la confianza, muchas veces nos pesaba darle un disgusto, no por temor a un merecido castigo, sino porque nos dábamos cuenta de haberle dado una pena inmerecida a quien mucho nos amaba.
  • Era consciente de que los padres que se hacen obedecer por temor, aun cuando aman verdaderamente a sus hijos, ocultan sus verdaderas intenciones haciendo al hijo inseguro.
  • Fue una persona exitosa, sobresaliente, pero lejos de buscar reconocimiento, su mayor mérito era servir a los demás mientras trataba de pasar inadvertido.
  • Cuando se equivocaba lo reconocía, y si era el caso, pedía perdón o disculpas.
  • Cuidando una relación de respeto no quiso que le habláramos de usted sino con un tú confiado.
  • No esperaba hijos exitosos, por lo que nos hizo distinguir entre el verdadero éxito del ser personas y el éxito que la sociedad tanto celebra. Sin embargo nos felicitaba abiertamente, sin ocultar su orgullo de padre, mientras nos recordaba con equilibrada actitud y respeto, la verdad, tanto de nuestras cualidades como de nuestras limitaciones.
  • Al exigirnos la adquisición y el ejercicio de virtudes, cuidaba que en nuestra relación con él, no existieran pesos innecesariosy se confiara ante todo en el amor.
  • Aun así, alguna vez empequeñecimos la calidad e intensidad de su amor, pues por malos entendidos competíamos mis hermanos por ser el mejor, como si dudáramos de su amor, cuando realmente nos amaba, solo por ser quien éramos.
  • Mi padre, más que exigir a sus hijos, se exigía mucho a sí mismo.

Concluimos al final de la consulta, que había descrito un camino de paternidad que hablaba de una fidelidad que necesariamente siembra buena semilla, y como lo que se siembra se cosecha, podía estar seguro de que él fruto sería un verdadero amor filial, más aun,una filial fidelidad.

La fidelidad a los compromisos adquiridos de amor y justicia, de forma delicada, operativa y constante, es una ardua conquista del día a día en las mudables condiciones de la vida, pero es la mejor medicina contra la vejez del espíritu, la estrechez del corazón y el deterioro mental.

Por Orfa Astorga de Lira.

Consúltanos en: consultorio@aleteia.org

Tags:
familiahijospaternidad
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