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¿Qué debería predicar un sacerdote en el funeral de un joven que se suicidó?

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Jaime Septién - publicado el 29/12/18

Lo que dijo un sacerdote en un funeral está dando mucho de que hablar en Michigan (Estados Unidos)

“Me faltó mucho para brindarles el consuelo que tanto necesitaban”, escribió el padre Don LaCuesta, párroco de Nuestra Señora del Monte Carmelo en la localidad de Temperance, Michigan (Estados Unidos).

La disculpa ha sabido a nada los padres de Maison Donnelly Hullibarger, un muchacho de 18 años que se quitó la vida el pasado 4 de diciembre. Tampoco ha quedado desapercibida por la arquidiócesis de Detroit, donde ejerce su ministerio el padre LaCuesta.

Mucho menos a los medios de comunicación de Michigan (y, finalmente, de toda la nación) ávidos de encontrar fisuras (aunque no conozcan ni remotamente los rudimentos de las homilías) en la Iglesia católica, sobre todo a partir de los escándalos de pederastia en Pensilvania e Illinois.

Seguramente ese día, 8 de diciembre, el padre LaCuesta quiso ayudar. “Al igual que con cualquier funeral, mi intención era servir a esta familia (los Hullibarger) en su momento de dolor, pero no llegué a brindarles el consuelo que tanto necesitaban. En cambio, ahonde su dolor. Lo lamento profundamente y lo siento”, escribió en la página web de la arquidiócesis de Detroit.

Ésta última, aprovechando la disculpa del padre LaCuesta, dijo que lamentaba que uno de los sacerdotes de su parroquia “no pudiera brindar consuelo a una familia en duelo en el reciente funeral de su amado hijo. Nuestra esperanza es siempre brindar consuelo a situaciones de gran dolor, a través de servicios funerarios centrados en el amor y el poder sanador de Cristo”.

¿Fue tan grave lo que dijo?

Los padres de Maison hablaron, previo a la Misa funeral, con el padre LaCuesta para pedirle que se refiriera solo a la vida del joven, no al tema del suicidio. Algunos medios dijeron que el sacerdote, en su homilía, había dicho que el haberse suicidado le impediría ir al cielo.

Pero no fue así. Su homilía se centró en el suicidio y la misericordia de Dios sin mencionar ningún detalle sobre Maison Hullibarger, un estudiante de Justicia Penal de primer año de la Universidad de Toledo, Ohio, con cinco hermanos más en casa Nick, Lee, Alec, Grace y Logan.

“Queríamos que celebrara cómo vivía Maison, no cómo murió”, dijo su madre, Linda Hullibarger. Pero el sacerdote comenzó diciendo que había “esperanza en la eternidad incluso para aquellos que se quitan la vida”. Y agregó que “quitarte la vida es contra Dios que nos hizo y contra todos los que nos aman”.

El padre LaCuesta dijo: “Nuestras vidas no son nuestras como para hacer con ellas lo que nos plazca. Dios nos dio vida, y debemos ser buenos administradores de ese regalo, mientras Dios lo permita”.

Más adelante recalcó que el dolor para la familia ahora es que “hay tantas cosas sin resolver cuando les gustaría atrasar el reloj y decir: ‘Por favor, no te rindas. Podemos superar este dolor juntos’”.

Terminó diciendo: “Nada, ni siquiera el suicidio, puede separarnos del amor incondicional de Dios”. Pero para ese momento, el padre de Maison, Jeff Hullibarger, frustrado con el repetido mensaje del suicidio, fue al púlpito pidiéndole al sacerdote que se detuviera.

¿Qué aducen los papás de Miason?

El dolor del suicidio de un hijo debe ser inmenso, como, también, el sentimiento de culpa. Jeff y Linda Hullibarger hablaron con los medios de comunicación sobre lo que sucedió con el sacerdote “para que algo similar no le sucediera a otras familias”.

También le han pedido a la arquidiócesis de Detroit que remueva al padre LaCuesta como su párroco. Y dijeron a Detroit Free Press que jamás volverían al templo donde se ofició el funeral de su hijo.

En el mensaje del sacerdote a su parroquia, dijo: “Sé que ha habido un llamado para que me retiren de la parroquia, o del ministerio en general. Entiendo el dolor detrás de estas llamadas. Es mi preferencia quedarme y servir a la comunidad parroquial que tanto amo. Quiero que todos ustedes sepan que estoy trabajando con la arquidiócesis para asegurar que pueda servir más efectivamente en el futuro”.

También dijo que trabajará en la “profunda reflexión interior” solo y con otros sobre cómo podría haber “perdido la marca tan completamente en este caso”.

“Muchos de nosotros sabemos lo doloroso que es cuando hieres involuntariamente a alguien a quien intentas ayudar”, agregó. “Les pido que se unan a mí para orar por la familia involucrada, para que puedan encontrar sanación y consuelo en este momento difícil”.

El olvido fue el de la misericordia

Más allá de lo que se diga en lo medios, lo cierto es que aunque algunas denominaciones cristianas sostengan que el suicidio resulta en una condenación automática y eterna, la fe católica no lo entiende de esa manera.

Para el catolicismo, siempre estará presente la misericordia de Dios aún para aquellos que se quitan la vida. El católico reconoce las complejidades de la salud mental, emocional y física de la persona –de Maison en este caso– en su postura sobre el suicidio.

Sin embargo, el comunicado de la arquidiócesis de Detroit señaló en su comunicado que la elección del sacerdote LaCuesta de compartir las enseñanzas de la Iglesia sobre el suicidio, “afectó a la familia, cuando el énfasis debería haberse puesto más en la cercanía de Dios con los que lloran”.

En todo caso, el olvido del padre LaCuesta fue hablar de la misericordia de Dios para con la familia Hullibarger. Aunque siempre será difícil tratar, desde el púlpito, cualquier suicidio. Más el de un joven de 18 años como Maison.

Según el periódico USA Today, en Estados Unidos se registra un promedio de 128 suicidios diarios cometidos por gente que tiene o no problemas mentales. El caso de Maison –amante del futbol americano—parece haber sido fruto del hostigamiento de su entrenador en la Universidad.

*Con información de Detroit Free Press*

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