En menos de un mes han muerto dos niños inmigrantes guatemaltecos que estaban bajo arresto de la policía fronteriza de Estados Unidos. Se trata de una tragedia sin precedentes.
Primero, el 6 de diciembre, fue Jakelin Caal, de siete años, que murió en un hospital de El Paso (Texas) por causas aún desconocidas. Y ahora, en la Nochebuena, ya entrada la madrugada del 25 de diciembre, otros pequeño guatemalteco entrega su cuerpecito como ofrenda a la injusticia.
Tenía ocho años. Su nombre permanece desconocido. El escueto y rápido comunicado de la Agencia de Seguridad Fronteriza (US Customs and Border Protection) no lo nombra: muerto sin identidad, uno más en la cosecha del exterminio silencioso.
El comunicado oficial: “EL PASO, Texas – Un ciudadano guatemalteco de 8 años de edad, previamente arrestado por el US Customs and Border Protection, murió poco después de medianoche, el 25 de diciembre, en el Centro Médico Regional Gerarld Champion de Alamogordo, Nuevo México”. Nada más. Murió. Mala suerte.
Encuentran de lo que escapan
Ese mismo día, a 3.000 kilómetros al sur el pueblo de San Antonio Secortéz, en plena región maya quiché de Guatemala, el pueblo velaba el cadáver de Jakeline. Y a toda la inocencia guatemalteca, que tiene que emigrar junto con sus padres, o en soledad, solo para poder comer y vestir. O para escapar de otra muerte.
El pequeño guatemalteco, había sido arrestado, junto con su padre, nada más cruzar la frontera de Nuevo México. El lunes 24, temprano, en el mismo Centro Médico Regional de Alamogordo (a 145 kilómetros al norte de la frontera con México) había sido diagnosticado con un resfrío común y dado de alta.
La pregunta que muchos se hacen es: ¿habría sido igual con un niño estadounidense? Al pequeño le dieron amoxilina e ibuprofeno, para evitar infecciones leves y para que no le doliera la cabeza y desinflamara la garganta…
Horas más tarde, fue trasladado de nuevo al Gerald Champion y falleció poco después de la medianoche. Las autoridades han prometido una investigación independiente para aclarar las circunstancias de la muerte del menor bajo arresto, pues el clamor justificado va creciendo en Estados Unidos y en el mundo.
¿Será inútil su muerte?
La muerte del pequeño aún sin nombre se da en medio del tironeo por el presupuesto para construir el muro que impida el paso de inmigrantes indocumentados a Estados Unidos; un muro que quiere construir el presidente de esta nación, Donald Trump, y que, al no recibir el dinero suficiente, ha motivado el cierre parcial del gobierno federal estadounidense.
Las detenciones de inmigrantes indocumentados en la frontera con México se dispararon en el último año fiscal (de octubre de 2017 a septiembre de 2018), hasta las casi 400.000 personas, debido en buena parte al incremento de familias con niños procedentes de Centroamérica.
Y aunque la muerte de inmigrantes en el desierto, ahogados o deshidratados, picados por animales de ponzoña o de inanición es una dolorosa certidumbre, no lo era la de niños bajo arresto de la patrulla fronteriza. Estos dos chiquitos guatemaltecos, muertos en menos de tres semanas, ¿podrán modificar las acciones humanitarias a su favor?
Hoy celebramos a...