No es ningún secreto: la mayoría de las parejas elige el verano para casarse. Temperaturas agradables, días más largos, aire vacacional… Se juntan todas las condiciones para pasar una jornada maravillosa. Sin embargo, frente a esta costumbre, hay muchos prometidos que van a contrapié y deciden casarse entre noviembre y marzo.
Sin duda son muchos menos que quienes se casan en primavera o verano, pero conocen perfectamente los buenos motivos de una boda en invierno. De modo que, si vosotros todavía no habéis fijado la fecha, aprovechad este texto para reflexionar sobre el tema, porque las bodas invernales tienen ventajas tanto en organización como en espiritualidad.
Buena planificación
El tiempo de noviazgo es esencial para prepararse lo mejor posible para el matrimonio. Es un tiempo de verdadero camino espiritual. Un periodo de oración, de retiro y de discernimiento. Sin embargo, prolongar hasta el infinito el periodo en que los novios ya están prometidos con tal de esperar el marco estival para la fiesta de la boda no es necesariamente una buena idea. Si estáis listos, si todo es propicio para dar el “sí” a la persona que amáis, entonces no esperéis y pasad a los preparativos.
“Habíamos tomado la decisión de casarnos a partir del mes de marzo. Pero como el tiempo de prometidos de 9 meses nos había parecido perfecto, no quisimos esperar hasta el verano siguiente. Los dos trabajamos, tenemos 28 años, somos felices… ¿por qué esperar entonces?”.
(Marguerite, 28 años, se casó con Benoît el 29 de diciembre de 2018).
“Nos prometimos en febrero, así que hacer la boda en Navidad surgió como algo natural, después de un tiempo de diez meses de prometidos. Estábamos listos. Esperar seis meses más para casarnos en verano no tenía sentido para nosotros”.
(Claire, 31 años, madre del pequeño Emmanuel. Se casó con Alexandre el 31 de diciembre de 2017).
Preparativos en la alegría del tiempo de Adviento
Asociar los preparativos del matrimonio con la Navidad es asociar el sacramento conyugal con la alegría de la fiesta de la Natividad. El tiempo del Adviento permite sentir el apoyo y la protección de la Sagrada Familia.
“Casarse en la octava de Navidad tenía para nosotros un significado muy especial: nos sentíamos elevados por la liturgia de Navidad y por la fiesta de la Natividad. Escogimos la fecha del 31 de diciembre. Era un domingo, el de la fiesta de la Sagrada Familia. Quisimos ponernos bajo su protección. La presencia del portal de Belén en la iglesia nos emocionó mucho durante la misa de boda”.
(Paul-Antoine, 28 años, y Chloé, 27 años, padres de la pequeña Aliénor. Se casaron el 29 de diciembre de 2017).
“Como era domingo, habíamos escogido las lecturas del Día de la Sagrada Familia, en especial el relato de la huida a Egipto. Era muy importante confiar nuestro matrimonio a su protección y tomarla como ejemplo. El sacerdote que nos casó nos regaló un cuadro con la Familia representada. Hemos rezado mucho delante de ella. Casarse durante la octava de Navidad es vivir también la alegría de la fiesta de la Natividad. Y no es casualidad que nuestro hijo se llame Emmanuel”.
(Claire, 31 años, se casó con Alexandre, 34 años, el 31 de diciembre de 2017. Son padres del pequeño Emmanuel).
Ambiente romántico
¿Quién no ha soñado alguna vez con decir el “sí quiero” bajo una lluvia de copos de nieve? Mientras que los casados veraniegos esperan un cielo despejado y un gran sol a la salida de la iglesia, los casados invernales saborean con gusto la caída de los primeros copos.
“¡Claro que sueño con que nieve! Me lo he pasado en grande preparando la decoración jugando con el ambiente invernal con blanco y dorado, piñas, pequeñas velas blancas y troncos de árbol que vienen de nuestros dos jardines para simbolizar nuestras raíces… Todo será sencillo y depurado. Hay algo mágico en este ambiente invernal”.
(Marguerite, 28 años, se casó con Benoît, el 29 de diciembre de 2018).
“Al principio temíamos un poco el frío. La solución fue encontrar una sala bien cálida y seca. Para tener buen tiempo a la salida de la iglesia le rezamos una novena a santa Clara, mi patrona, ¡Y funcionó! Hizo buen tiempo, incluso calor, ¡un día estupendo!”.
(Claire, 31 años, se casó con Alexandre, 34 años, el 31 de diciembre de 2017. Son padres del pequeño Emmanuel).
Ambiente acogedor y fraternal
Quien habla de boda en invierno habla también de atmósfera familiar y social. Velas a centenares, chimeneas, guirnaldas luminosas, mantas para abrigar a los invitados, platos calientes…
“Nosotros queríamos una boda diferente de las de verano. Con copos de nieve y un ambiente muy acogedor. Para el menú, habíamos previsto una fondue, vino caliente, grandes platos con queso y charcutería. Además, como en invierno la noche cae rápido, podíamos empezar la velada antes. ¡La celebración se desarrolló maravillosamente! Fue mágico”.
(Paul-Antoine, 28 años, y Chloé, 27 años, padres de la pequeña Aliénor. Se casaron el 29 de diciembre de 2017).
Decoración invernal exquisita
Finos troncos de madera a modo de bandejas, mantas a cuadros en el respaldo de las sillas para mantener el calor, ramas secas para embellecer los ramilletes, candelabros, ramas de abeto en el centro de las mesas, cascadas de guirnaldas cayendo del techo, multitud de lamparitas. ¿Y por qué no iba a ser posible una decoración invernal manteniendo el ambiente caliente y seco?
“Para la recepción de la boda, que tuvo lugar el 31 de diciembre, queríamos un ambiente sencillo, refinado y mágico a la vez. Opté por un color azul real, acompañado del blanco de las luminosas guirnaldas con velas por todas partes. Fue mágico y sobrio a la vez. Sin duda perfecto para un ambiente festivo”.
(Claire, 31 años, se casó con Alexandre, 34 años, el 31 de diciembre de 2017. Son padres del pequeño Emmanuel).
Todo el mundo confirmó la asistencia
En invierno suele ser más fácil que en verano que la familia se reúna. En especial si la boda tiene lugar cerca de las fechas señaladas de la Navidad.
“La hermana de mi prometido vive en Canadá. Era más fácil para ella venir en Navidad y quedarse el fin de semana de después para nuestra boda. Contamos con más personas gracias a esta fecha de bodas”.
(Marguerite, 28 años, se casó con Benoît, el 29 de diciembre de 2018).
“Con nuestra fecha de boda justo después de Navidad, todos nuestros seres queridos confirmaron la asistencia. Sin embargo, en verano, entre las vacaciones de los abuelos, los cursillos de los sobrinos, la Erasmus de nuestra prima y muchas otras bodas a diestro y siniestro, habría sido mucho más difícil”.
(Pierre y Marie-Agnès, casados el 2 de enero de 2017).
Servicios más disponibles y más baratos
Reservar una sala con dos años de antelación, luchar para alquilar el servicio de cáterin más deseado... ¿Por qué no optar por una boda en temporada baja y disfrutar de todos vuestros pequeños deseos? La temporada alta de bodas se extiende de mayo a septiembre. Durante este periodo, todos los proveedores están a tope. Las tarifas aumentan y los márgenes de negociación son muy estrechos. Casarse en invierno permite un ahorro considerable (de hasta un 30%).
“Por el lado práctico, nuestros preparativos de boda estuvieron cerrados en tres meses, sin ningún problema. Sencillamente, los servicios de cáterin estaban todos disponibles”.
(Paul-Antoine, 28 años, y Chloé, 27 años, padres de la pequeña Aliénor. Se casaron el 29 de diciembre de 2017)
“Hemos ahorrado en el alquiler de la sala. Pero cuidado, porque no era así con las carpas con calefacción, ¡eran carísimas! De todas formas, aconsejo alquilar una sala con muros auténticos para un ambiente seco y cálido en cualquier momento”.
(Marguerite, 28 años, se casó con Benoît, el 29 de diciembre de 2018).
Vestido de novia con accesorios
A diferencia del resto del universo de la moda, las colecciones de vestidos de novia son anuales. Sin duda hay un enfoque especial sobre los vestidos estivales, pero presentan algunos detalles que favorecen en particular a las novias de invierno como, por ejemplo, añadidos de encaje, mangas largas o un tejido forrado. Decir “sí” en invierno puede ser la oportunidad perfecta para usar un atuendo verdaderamente único. Podéis imaginar mil y un accesorios para la ropa de invierno. ¿Por qué no añadir una torera de piel sintética, una capa de lana y, para los hombres, un elegante traje de tres piezas?
“Me encantaba la idea de llevar un abrigo con cuello de piel sobre un vestido deliberadamente sobrio. En cuanto a mi marido, realmente disfrutó llevando un hermoso traje de tres piezas”.
(Chloé, 27 años, madre de la pequeña Aliénor. Se casó con Paul-Antoine, 28 años, el 29 de diciembre de 2017).
“Para mi traje de novia, me inspiré en el espíritu eslavo. Opté por un largo abrigo blanco y un sombrero de piel. Fue muy hermoso ¡y práctico para afrontar algunos golpes de viento a la salida de la iglesia!”.
(Pierre y Marie-Agnès, casados el 2 de enero de 2017)