En estas fechas en las que nos encontramos, no es infrecuente escuchar cómo vamos a repartirnos las Navidades, dónde nos toca cenar el día 24 o el 31 de diciembre o dónde nos toca comer el día de Navidad o el de Año nuevo.
Esta situación se vuelve más difícil cuando los padres están separados o cuando hay rupturas en las familias con todo lo que eso implica de sobreesfuerzo por intentar normalizar unos días en los que las familias tienen que hacer verdaderas representaciones para que esa cena o esa comida sean lo más tranquilas posibles, según “toque“cada año.
Esta realidad se hace más patente cuando los niños han de repartirse unos días con el padre, otros con la madre, como dice la sentencia, generalmente desde el día que les dan las vacaciones en el colegio hasta el día 31 de diciembre a media tarde y desde ese díahasta que empiezan el colegio de nuevo, pudiendo pasar entre dos y tres horas del día de Reyes en la casa del padre o madre con el que no estén ese día, para disfrutar de los regalos que les han traído en laotra casa.
Hay historias verdaderamente duras, pero lo que todavía me sigue llamando la atención es la ilusión y el dolor con el que las familias viven estos días… Los padres, los hijos, los abuelos, los tíos y los primos, al final nadie está conforme y las Navidades, incluso, llegan a ser amargas para algunos…
Dentro de esta dura realidad, hay familias, hay padres y madres que ante esa situación consiguen salir de ellos mismos y buscar los mejores acuerdos, para que sus hijos sigan disfrutando de estos días y así, pactan por ejemplo que el día de Reyes la familia al completo pueda abrir los regalos de los Reyes juntos o intentan buscar alternativas y acuerdos creativos durante estos días, por y para sus hijos, en los que el padre o la madre pueda disfrutar de los niños “fuera de lo jurídicamente pactado”.
Esta realidad solo es posible cuando hay ganas de hablar y de alcanzar acuerdos en beneficio de los niños; cuando se consigue mirar más allá del dolor de la separación e, independientemente de la ruptura, podemos hablar como padres para acordar que lo primero son ellos y que prevalece su bienestar frente a nuestros propios intereses. Porque no lo olvidemos: habremos roto como pareja, pero nunca nuncapodremos romper como padres.
Hoy, a menos de una semana de que empiece el maratón de encuentros familiares, muchas familias se encontrarán discutiendo todavía por ese reparto de fiestas, llegando a trasladar ese malestar a los propios niños.
Os animo a contemplara ese Niño Jesús que está en los belenes de nuestras casas y que nos sonríe y os invito a pedirle por tantas familias que sufren en estas fechas, por tantos matrimonios rotos, por tantos hijos y abuelos que sufren los dramas familiares, para quecada uno en su circunstancia sea capaz de mirar más allá de su posiciones y busque intereses comunes por y para sus hijos y que al menos, por una noche, sea una noche de paz, dejando a un lado reproches, rencores, lamentos y sufrimientos. Para que esos hijos, en esa situación tan dolorosa, puedan disfrutar de la mejor versión de su padre o de su madre, con quien le toque ese día y dentro de la dificultad, y puedan recordar estos días como especiales. Para eso, no se necesitan regalos tan solo querer hacer especial ese día, disfrutando con nuestros hijos en los pequeños momentos y brindándoles lo mejor que llevamos en nuestro corazón, porque ellos, no lo olvidemos, no tienen culpa alguna de las decisiones de los adultos.
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