Mensaje del Pontífice con motivo del 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
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“Mientras una parte de la humanidad vive en opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada y sus derechos fundamentales ignorados o violados”, dijo el papa Francisco en un mensaje enviado a los participantes en la Conferencia Internacional “Los Derechos Humanos en el Mundo Moderno: conquistas, omisiones, negaciones”.
El evento que se inauguró este lunes, 10 de diciembre 2018, en la sede de la Pontificia Universidad Gregoriana (PUG) de Roma, con motivo del 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y del 25 aniversario de la Declaración y del Programa de Acción de Viena para la Protección de los Derechos Humanos en el Mundo, ha sido organizado por la PUG y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
Francisco cuestionó si “verdaderamente la igual dignidad de todos los seres humanos, proclamada solemnemente hace 70 años, sea reconocida, respetada, protegida y promovida en todas las circunstancias”.
Y aludió a varios obstáculos actuales: aborto, inaccesibilidad educativa, desempleo, esclavitud, secuestros, torturas, migración forzada, discriminación racial, religiosa, étnica, entre otros.
Asimismo, aseguró que el Evangelio invita a los cristianos “a dirigir la mirada a los más pequeños de nuestros hermanos y hermanas, a movernos a la compasión (cf. Mt 14:14) y a trabajar arduamente para aliviar sus sufrimientos”.
En el año en que se celebran aniversarios significativos de estos instrumentos jurídicos internacionales, Francisco ha reconocido que de ellos se “derivan derechos y libertades fundamentales que, por estar enraizados en la naturaleza de la persona humana, -una unidad inseparable de cuerpo y alma-, son universales, indivisibles, interdependientes e interconectados”.
Personas vulnerables
En primer lugar, el Papa ha pedido “una atención especial por los miembros más vulnerables de la comunidad”. Además, recordó que en la Declaración de 1948, se reconoce que “toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que solo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad”.
Menos dignidad, más ganancias
En su mensaje, lamentó las “numerosas contradicciones” que persisten en “formas de injusticia, nutridas por visiones antropológicas reductivas y por un modelo económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al hombre”.
Niños por nacer
El Papa, reflexionó, en otras cosas, “en los niños por nacer a quienes se les niega el derecho a venir al mundo; en aquellos que no tienen acceso a los medios indispensables para una vida digna; en aquellos que están excluidos de la educación adecuada”.
Desempleo, esclavitud, torturas
Asimismo, pidió mayor atención “en quien está injustamente privado de trabajo o forzado a trabajar como esclavo; a quienes están detenidos en condiciones inhumanas, a quienes son sometidos a torturas o a quienes se les niega la oportunidad de redimirse, [6] a las víctimas de desapariciones forzadas y sus familias”.
Intolerancia y discriminación
“Mis pensamientos – sostuvo también Francisco – se dirigen a todos aquellos que viven en un clima dominado por la sospecha y el desprecio, que son objeto de actos de intolerancia, discriminación y violencia debido a su pertenencia racial, étnica, nacional o religiosa”.
Mercaderes de muerte
El papa Francisco recordó a cuántas personas sufren violaciones múltiples de sus derechos fundamentales en los conflictos armados, “mientras los mercaderes de muerte sin escrúpulos se enriquecen al precio de la sangre de sus hermanos y hermanas”.
Derechos para todos, no para algunos
Entretanto ha dejado claro que los derechos humanos valen para todos, sin excepción, de ahí que se produzcan graves injusticias “cuando se favorecen algunos en detrimento de otros, o cuando se garantizan solo a ciertos grupos”. Todo ello, alimenta “conflictos con graves consecuencias tanto dentro de las naciones como en las relaciones entre ellas”.
Defender a invisibles
Por lo tanto, indicó que “cada uno está llamado a contribuir con coraje y determinación, para respetar los derechos especialmente de los “invisibles”: “de los muchos que tienen hambre y sed, que están desnudos, enfermos, son extranjeros o están detenidos. (cfrMt25.35-36), que viven en los márgenes de la sociedad o son descartados”.
Derechos al centro de las políticas
El líder de la Iglesia Católica ha dirigido un llamamiento sincero a aquellos con “responsabilidades institucionales, pidiéndoles que coloquen a los derechos humanos en el centro de todas las políticas, incluidas las de cooperación para el desarrollo, incluso cuando esto signifique ir contra la corriente”.