Desde que en el siglo XVII llegaran al estado norteamericano de Virginia los primeros esclavos provenientes de África, las grandes plantaciones del sur de los Estados Unidos mantuvieron su ingente producción de algodón gracias a la mano de obra esclava de millones de personas. Hombres, mujeres y niños esclavos estaban condenados a una vida de sacrificio de la que algunos consiguieron liberarse. Harriet Tubman fue una de esas personas que consiguió huir de las tierras sureñas y tuvo la valentía de regresar una y otra vez para liberar a otros esclavos. No en vano fue recordada como la “Moisés de su pueblo”.
Harriet Tubman nació como Araminta Ross en una fecha indeterminada del año 1820 en el estado de Maryland. No nació en libertad, sus padres eran esclavos de una plantación, por lo que la pequeña Araminta, lejos de crecer entre juegos y risas, alcanzó la edad adulta a golpe de látigo y extenuantes jornadas de trabajo.
Araminta sufrió todo tipo de crueldades físicas y psicológicas. Siendo tan sólo una niña de seis años tuvo que encargarse de cuidar del bebé de una señora que no dudaba en propinarle latigazos si el pequeño rompía a llorar en plena noche.
A medida que crecía, fue requerida para arar o transportar material en los extensos campos de las ricas plantaciones sureñas.
Araminta sobrellevó aquella dura existencia encontrando consuelo en la palabra de Dios. Ella era analfabeta, por lo que no pudo leer la Biblia, pero su madre le fue transmitiendo la doctrina católica desde niña.
El Antiguo Testamento y, en concreto, la historia de Moisés guiando al pueblo elegido hasta la Tierra Prometida, marcaría para siempre a aquella joven que pronto se rebelaría contra su dramática e injusta situación.
Siendo una joven con un triste pasado a sus espaldas, Araminta recibió un duro golpe en la cabeza provocándole un profundo traumatismo craneal que le dejaría secuelas de por vida.
Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia. Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.
20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).
Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.