Una profunda devoción mariana se transmite de generación en generación en Zulia (#Venezuela), donde los Servidores de María asumen el particular compromiso de “cuidar” a la Virgen transformando su vida en testimonio de fe, servicio y amor
Edixon Castellanos es uno de los millones de devotos de la Virgen María en Venezuela. Y rinde especial homenaje a la Chinita, como cariñosamente se le llama a la Patrona del Zulia. Un milagro logrado por la intercesión de la Madre de Dios lo llevó a integrar un famoso y disciplinado voluntariado conocido como los Servidores de María.
Estudiante de Ingeniería de Gas en la Universidad Nacional Rafael María Baralt y estudiante de Ingeniería en Petróleo, en la Universidad del Zulia (LUZ), el joven de 19 años de edad lleva dos años de haber sido juramentado al servicio de la Chinita.
Es una labor bonita y llena de satisfacción, pero no exenta de exigencias y desafíos, según contó en conversación con Aleteia desde el alguna vez rico estado Zulia, fuente principal del apreciado petróleo venezolano.
“Tenemos un aspirantado que hice en el año 2016, uno se presenta el 18 de enero, porque todos los 18 se hace un homenaje a la Virgen. No portamos uniforme sino pantalón negro y camisa blanca; y desde ese día empecé un proceso de formación tanto personal como religioso”, explica.
“Nos enseñan también la manera de tratar a las personas, la manera de caminar y de cargar la Imagen sacra, la parte litúrgica. También aprendemos sobre los especiales carismas de la Virgen María”, agrega. “Es una formación personal, religiosa y cultural”
“No le veo cosa difícil, salvo quizá las discusiones con los hermanos separados. Es algo que nos cuesta a veces, porque por caridad muchas veces elegimos no responderles. Pero ellos nos faltan el respeto cuando irrespetan a la Patrona y con eso nos sentimos ofendidos. Y lo más fácil es llevar la fe y la devoción a los demás”.
Lo más bonito…
“Lo que más me ha gustado es ver cómo las personas más humildes reciben con más amor a la Virgen. Yo he ido a sitios, a barrios particularmente pobres y conmueve mucho la manera tan especial como tratan a nuestra madre”, contó en referencia a la Chinita.
Indica que siempre ha sido seguidor desde la Virgen “Desde chiquito había querido ser servidor, pero era complicado por razones de transporte. Igual fui monaguillo, catequista, y fui llevando mi formación poco a poco; cuando llegué al bachillerato tenía un poco más de madurez, me movía mejor, podía manejarme más tranquilamente y decidí que me iba a presentar…”
“Le prometí a la Virgen y le cumplí”
Aunque no en todos, en muchos casos hay promesas y militares obtenidos por auxilio de la Virgen que ayudan a consolidar un amor mariano cultivado en el hogar. Y este caso no es la excepción: “Le prometí a la Virgen que recibía mi título de Bachiller en septiembre y en octubre me juramentaba. Y así fue. ¡Le debo miles de cosas!”.
¿Hay algo que le agradezcas a La Chinita de manera muy especial? “¡Sí, el estar vivo! He sufrido cuatro problemas gástricos fuertes. Tuve un paro digestivo muy grave y me aferré fue a ella. Me estaba ahogando, no podía respirar. Pensé en ella… le pedí ayuda y me salvó.
“En mis estudios también me ha ayudado. Yo salí del liceo y no me asignaron a la universidad pública. Pensaba angustiado: ¿Qué voy a hacer? Una universidad privada implica mucho dinero. Y a una universidad pública, para entrar hay que reunir mucho papeleo”.
Un día antes de ir a Barquisimeto para la fiesta de la Divina Pastora, subí al nicho de La Chinita y le pedí que por favor abogara por mí, que me auxiliara para seguir mis estudios, y estando en el nicho yo bajo y recibo una llamada de una amiga que me dice que había ingresado.
“Al otro día subí para agradecerle, me informan que hubo nuevas asignaciones en LUZ. Cuando entro verifico que estaba en ese listado”.
“¡Sin fe y amor no somos nada!”
Cada devoción es distinta pero todas coinciden en una importante carga emocional. Alirio tiene 12 años como Servidor de la Virgen. Y su hijo, de 7 años, lleva 5 de servicio. El fervor mariano es algo familiar en su casa… una tradición que sin embargo no se dio en Venezuela sino en Cartagena de Indias, en Colombia.
“Yo fui a jugar softbol en Cartagenas y en ese momento mi papá nos llamó un 18 y me dice: hijo, por acá pasó la Virgen, la bajaron. A mí me fue bastante bien en el juego y dije: ¡Esto fue mi mamá, La Chinita”, le cuenta en conversación con Aleteia al señalar que “la fe siempre va por delante” y forma parte de una “devoción hermosa”.
“Siempre decía que no tenía tiempo, pero resulta que Ella sí fue hasta mi casa, hizo lo que nosotros conocemos como una venia. Desde entonces le tomé un cariño especial”.
La labor de servir, señala, implica “el amor, la fe y el sabernos acompañados en los momentos buenos y en los momentos malos, porque ella es fundamental “sobre todo en la unión familiar”.
Su hijo es Servidor de María haces 5 años, gracias a una devoción mariana que obedece a “la crianza que nos dan en la casa, junto a la educación. Mi mamá nos fue guiando en cuanto al amor mariano, vivimos cerca de la Basílica y tenemos ese privilegio”.
Consultado con respecto a qué es lo más importante transmitirles a los niños, estimó: “Como está actualmente el mundo, lo importante es transmitirles la fe. Ellos van ganando sabiduría y entendiendo las cosas; y sobre todo madurando durante el proceso”…
Cada año se renueva la fe. El 18 es el día de la Virgen y en el mes de noviembre se celebra su fiesta, por lo que cada mes se hace una misa especial y cargan en procesión una réplica de la Imagen sacra que recién cumple 309 años.
¿Cuál es el compromiso como servidores? “El compromiso es seguir peregrinando en nuestra fe, dando amor y evangelizando, es muy importante para que tratemos de mejorar en todos los aspectos, tanto el nuestro como juntos en sociedad”.
¿Devotos del rosario? “Sí, y seguimos el modelo de San Antonio de Padua, que nos congrega los día 13 cuando meditamos juntos el Rosario y nos quedamos para participar en la Misa”.
Es una devoción, insiste, “mayormente familiar. Pero hay gente que viene a pedirle con amor y ella atiende los pedidos y los presentes a su Hijo. Hay quienes muestran su emoción y hay quienes guardan sus sentimientos”.
Servir a la Virgen no implica solamente cargar la Imagen en cada procesión, aclara: “Es servicio que se traduce en testimonio de vida en Dios: amor, fe y devoción. ¡Y ese es nuestro placer!”.
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