La Caravana de Migrantes acaricia los barrotes de la valla que divide a Tijuana de San Diego
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Los primeros centroamericanos, miembros de la Caravana del Migrante, han logrado tocar el muro que divide a México con Estados Unidos.
Cerca de 500 hombres que viajan en solitario, la mayoría hondureños, pudieron llegar a Tijuana, en la punta noroeste de México (lindante con San Diego, California) “haciendo dedo”, en camiones de mercancías, en cualquier vehículo que pudiera ofrecerles, como se dice en México, “un aventón”.
Las fotografías de ayer, miércoles, mostraban a los hondureños asomados a territorio estadounidense, algunos con lágrimas en los ojos, en la barrera que penetra en el Océano Pacífico, en el paraje conocido como Playas de Tijuana.
Mientras, del otro lado, la patrulla fronteriza reforzaba las alambradas que coronan la barrera de hierro cuajada de mensajes de los miles de migrantes que se han acercado hasta ese punto para, cuando menos, ver “la tierra de la gran promesa”.
En los barrotes de la valla hay cientos de consignas pintadas con manos temblorosas, de niños, de mujeres que no ven a sus maridos ya nunca, de hijos que desean ver a su madre. La mayoría recalan en una simple propuesta: emigrar es un derecho.
Detrás de estos 500 centroamericanos, viene la retaguardia de la Caravana original y aún más atrás, apenas llegando a la tercera parte del camino desde la frontera sur de México con Guatemala, otros dos contingentes que han aprovechado los reflectores que levantaron los que salieron de San Pedro Sula un 12 de octubre, para intentar pedir asilo en Estados Unidos.
Entre hoy jueves y el próximo domingo, se espera en Tijuana, una ciudad atiborrada de migrantes de todas partes del mundo, la llegada de 6.000 centroamericanos más. Han dicho que quieren entrar en orden a Estados Unidos, haciendo los trámites necesarios, aguardando del lado mexicano el tiempo que sea necesario.
Todo menos volver a Honduras, a Guatemala, a El Salvador… Pero el Gobierno de Estados Unidos piensa de forma diferente. Para el presidente Donald Trump, la Caravana trae en su seno personas “muy malas”, aunque las estadísticas indican que cerca del 25 por ciento de los que la componen son niños. Estos son algunos de los “malos”:
Para detener a estas personas “muy malas”, hay 5.200 soldados movilizados en la frontera, y en la medida que se sigan acercando a ella, podrían llegar a ser 11.000 o más.
La pregunta que muchos se hacen es ¿por cuánto tiempo va a poder durar esta situación tensa y difícil, también para el lado mexicano? Albergues y comedores comunitarios como el del “Padre Chava” en Tijuana, estaban llenos (todavía hay haitianos que llegaron hace dos años y que no han podido cruzar la línea) antes de la llegada de los centroamericanos.
Organizaciones religiosas y civiles se han acercado a ellos durante todo el trayecto llevando ropa, alimentos, agua, artículos de limpieza. Pero ellos no quieren quedarse en México. Quieren tener una oportunidad en “el otro lado”. Es muy poco seguro que lo logren.