La diáspora “exporta” los modismos venezolanos y los otros pueblos adopten sus graciosas expresiones.
Como cada país, Venezuela está llena de modismos y expresiones muy propias al hablar. No sólo la gente joven tiene su lenguaje. También los adultos de todos los tiempos manejan “códigos” que sólo un venezolano comprende y comparte. Tal vez la circunstancia de ser el país más netamente caribeño, alborotado y chistoso nos ha facilitado una vena divertida e ingeniosa poco común.
Si el acento no es transferible, sí lo son las expresiones y modismos al hablar. Un periodista peruano escribía hace pocos días en las redes sociales: “No puedo entender por qué los venezolanos atraviesan un que donde no va?” –preguntaba jocoso- Olvidé en casa algo importante y ahora me toca que regresarme a buscarlo, dicen, por ejemplo”. No es, por cierto, originario de Venezuela sino de la vecina Colombia y obviamente es incorrecto pero es de esas desviaciones del hablar coloquial que llegan para quedarse.
Con la migración, que ha instalado a un número considerable de connacionales por doquier, los ciudadanos de países de acogida confiesan estar sorprendidos por una colección de palabras y expresiones que les resultan extrañas, pero no por ello menos divertidas y atractivas. “Literalmente –dice un tuitero panameño- hemos tenido que volver a aprender a hablar para entender la jerga de estos venezolanos”.
Les proporcionamos una guía para entendernos:
Si llegara a escuchar a un venezolano decir que fulano “se echó palos” debe entender que se tomó unos tragos. Y si agrega que “tiene una pea”, significa que está borracho. Una “rasca” también designa al que se pasó de palos. El venezolano no sale de noche, rumbea; no tiene amigos, tiene panas; no tiene novia, tiene una jeva.
“Chévere” es una palabra que se internacionalizó mucho antes de la crisis y ahora, con los venezolanos pululando por todas partes, transita cantarina por el mundo entero. Fue creada a principios del siglo XX principalmente por la gente que residía en el centro de Venezuela, específicamente en Maracay, Valencia, y Los Teques. Su etimología está constituida por partes de palabras; el che proveniente de la palabra noCHE, ve proveniente de la palabra VEnezuela y re de RElación, y por lo tanto significa literalmente: noche venezolana para relacionarse. Idea de algún ocioso fiestero de la época. Con el paso de los años, esta popularísima palabra fue tomando la figura y fuerza de todo lo relacionado a bueno, agradable, estupendo, excelente, maravilloso o magnífico. Por ejemplo: “!Que chévere está este ritmo!” o “Ese tipo es cheverísimo”.
Estar “achantado” se aplica al flojo, a alguien que no reacciona con rapidez o que está abobado. Alguien en ese estado suele escuchar este consejo “ponte las pilas!”. “Bochinchero” es un tipo alegre, promotor de fiestas, pero también de desordenes y acciones erráticas. Un gran prócer como Francisco de Miranda la utilizó por primera vez en un capítulo muy amargo de la historia independentista cuando profirió su famosa frase, refiriéndose a sus compatriotas venezolanos: “Bochinche, bochinche, esta gente no sabe hacer sino bochinche!” Y así quedó. “Dejen el bochinche!”, ordenan los profesores en la escuela a los muchachos revoltosos.
“Guarandinga” significa muchas cosas indefinidas pero lo más común es que la persona se refiera a algo molesto, a una broma, a algo que disgusta o enfada. Si algo está “esguañingao”, está roto o inservible.
“Coroto” es una curiosa palabra, constantemente empleada por los venezolanos, que tiene diversas acepciones. Arreglar los corotos es liar los bártulos; y cargar alguien con los corotos, significa irse con la música a otra parte, mudarse o recoger el desorden.
Un coroto puede también ser un objeto cualquiera que no se quiere mencionar o cuyo nombre se desconoce. Puede ser un cacharro de cocina o de la vajilla. Igualmente, refiere al poder político. Según Angel Rosenblat (Estudios sobre el habla de Venezuela. Buenas y malas palabras. Monte Avila Editores. Caracas, 1984) la versión etimológica de esta palabra tiene sus orígenes en Venezuela:
“Sobre el origen de coroto hay una curiosa anécdota. Se dice que Guzmán Blanco, en sus tiempos de presidente de Venezuela -1870 y 1888-, trajo de París un lienzo de Jean Baptiste Camille Corot, el famoso paisajista. El general solía recomendar machaconamente al servicio: ¡Cuidado con el Corot! Las criadas empezaron a burlarse del ‘coroto’ del general, y la expresión se extendió a objetos más diversos. Una variante de la anécdota atribuye dos cuadros de Corot al general José Tadeo Monagas. Al desplomarse la dictadura monaguista -1858- el pueblo saqueó la residencia presidencial y arrastró por las calles los dos Corot, particularmente apreciados por el presidente. Uno de los ex -contertulios, al ver la suerte infortunada de los cuadros exclamó: ¡Adiós corotos!”. La expresión he terminado utilizándose para expresar la sorpresa ante un desastre menor.
“Arrecho” puede ser algo que es de calidad, bonito. También es un sinónimo de “enfadado” “molesto”, muy usado en Venezuela. Estar arrechísimo es estar furioso, indignado, extremadamente enojado.
Cuando trate de precisar cuándo un venezolano hará tal o cual cosa y le escuche decir “el año’e la pera”, le estará dando tanta larga que el tiempo no existirá. En otras palabras, no lo hará nunca.
Si alguien se “aporrea” quiere decir que se maltrata, se golpea. “Bajarse de la mula” significa estar obligado a dar todo lo que tienes en pago. “Asume tu barranco” es hacerte cargo de tus errores.
“Bojote” es una palabra que refiere a un montón o una agrupación de algo. “Bonche” es fiesta, agasajo, reunión entre amigos o familia. “Bululú” es aglomeración de gente en determinado lugar.
“Carajito” es un diminutivo que se usa para designar a un niño, una persona menor y hasta a un amigo o amiga de manera cariñosa, aunque no es muy fino el término. Un “chupamedias” es un adulador, “Chocho” es alguien muy mayor, “Costilla” se le dice a la pareja y “Cuaima” es la mujer de mal carácter que domina o quiere dominar a su pareja .
Si un venezolano le reclama que lo dejaron entendiendo dirá “me echaron un carro!”. Si habla de un desorden en la sociedad o en las calles dirá “Guarimba” o “Zaperoco”. Si hay que recolectar dinero entre varias personas eso significa que hay que “hacer una vaca”. Si alguien está metiendo las narices donde no debe está “jorungando” y si busca en un desván o gaveta de manera ruidosa está “curucuteando”.
Si usted escucha: “Ve a llorar al valle”, quiere decir que no tiene a quien reclamar. “Ñapa” es algo adicional, “palo de agua” es un aguacero muy fuerte; “papaya” o “mango bajito” se le dice a algo muy fácil de obtener; “Sifrino” es alguien pretencioso y “Tripear” es disfrutar mucho de algo o de alguien.
Un “sapo” es una persona chismosa, también aplicable a los delatores. “Pirao” es una persona que anda de prisa, que está apurado y corre o camina muy rápido: “El tipo se piró”. Los “pasapalos” son pequeñas porciones de comida que se ofrecen en fiestas, antes de la comida principal. Obtuvo el nombre de “pasa palos” porque cuando se bebe alcohol se necesita comer para mantenerse sobrio, y entre los “palos” (tragos) se necesitaba algo que los “pasara” (aliviara).
“Papa” se le llama también a la comida. “Me eché una papa” quiere decir que se comió muy bien. Una “paca” es un montón de algo. “Mamonazo” es un fuerte golpe recibido. “Manguarear” es holgazanear y “manguangua” es vivir del facilismo. “Echar los perros” es intentar conquistar a una pareja.
Otra palabra usada hasta el cansancio es “rollo”, lo que significa problema, inconveniente, altercado o contratiempo. Un “lechúo” es alguien que tiene buena suerte. “Chucuto” es corto, insuficiente o incompleto. Cuando se dice que alguien es un “pípiri” o un “huevopelao” es que se trata de una persona brillante, muy inteligente.
Chamo es joven, muchacho y “de chiripa” significa de casualidad: “Chamo, aprobé el examen de chiripa!”. “Compinche” es amigo o pana y “culillúo” es miedoso. “Choro” se le llama al hampón, maleante o ladrón.
“Cangrejo” es un problema muy difícil. Se usa mucho en el léxico policial. Cuando en vez de solucionarlo, el caso se complica más, y va para atrás como el cangrejo. “Cabilla” es algo que es de buena calidad y también se aplica a algo muy difícil de lograr, utilizada sobre todo por la gente joven.
Un “pase de corriente” es el entendimiento tácito, a veces hasta imperceptible entre dos personas. “Dar la cola” es subir a otra persona a tu vehículo, expresión que viene desde la guerra de independencia de Venezuela, cuando los soldados de a pie pedían a los oficiales amigos que los llevaran a la grupa de los caballos para descansar un trecho.
“Echar un camarón” alude a hacer la siesta. Se piensa que surgió en los campos de explotación petrolera cuando los trabajadores se excusaban con su capataz diciendo “I come around” y se iban a dormir durante la hora del almuerzo. “Mamar gallo” es hacer bromas a alguien.
“Cónchale, vale” es una muestra de sorpresa, admiración pero también puede ser de lamento. Aunque tal vez, la palabra más usada por los venezolanos, a toda hora, miles de veces al día, sea “vaina”. Es una de esas que existen en todos los idiomas, que significa nada y todo. Indistintamente, es un objeto, una situación o un lugar: “Qué vaina tan buena es el rato que pasamos”, “qué vaina tan buena el chiste aquél”, “qué vaina tan buena fue ese viaje”. Tampoco se trata de una expresión muy fina que digamos, pero es parte de la cotidianidad de todos.
Venezolano que no sea dicharachero no es venezolano. Desde los comienzos de la república independiente, el diccionario de modismos no hace sino aumentar y la crisis ha enriquecido el acervo de este tipo de expresiones porque ha acentuado el espíritu crítico de los que permanecemos en el país.