En los días que corren parece que hay una competición por ver a quién le parece más dura la maternidad, en especial en los hilos de los medios sociales donde hay un claro deleite en listar los aspectos negativos de ser madre.
Siendo realistas, las mujeres entran en esta experiencia que les cambia la vida sabiendo que no va a ser un camino de rosas. Sí, saben que habrá noches sin dormir, bebés con cólicos, montañas de colada, estrés, frustración y, a veces, soledad, y saben que todos estos elementos son parte integral de la paternidad.
Aunque está bien tener presente que “esto también es pasajero”, lo cierto es que la crianza de un hijo es agotador. Sin embargo, un vídeo reciente nos demuestra que, a pesar de haber “renunciado” a todo por nuestro hijo —renunciado a nuestro cuerpo, nuestro descanso, nuestro tiempo—, recibimos muchísimo a cambio. Es cierto que quizás anhelemos algo de tiempo para “mí”, pero el tacto del pelo de un bebé, el olor de su cuello, el gozo de verlo desarrollarse hasta ser un individuo bondadoso e independiente, tiene un valor inconmensurable.
Así que, propongo que nos detengamos un momento a valorar la bendición y el honor que es que te llamen “mamá” y a recordarnos por qué este viaje es digno de celebración y de regocijo…
Hoy celebramos a...